El que busca encuentra y, si lo duda, no tiene más que entrar a sitios de subastas en línea. Tarjeta de crédito en mano pueden convertirse en un paraíso para aquellos con intereses especializados, para excéntricos y para manirrotos. En Internet se subastan todos los días las cosas más inverosímiles que se puedan imaginar.
Desde papel de baño o calcetines sin par, hasta islas, barcos, misiles, fantasmas, implantes de pecho usados, chocolate para pezones, detectores de ovnis o certificados de propiedad de construcciones tales como la Muralla China, son fáciles de adquirir en la red. Todo es cuestión de llegarle al precio.
Si hablamos de fetiches religiosos, en la red se han vendido aviones de papel, piedras, ladrillos o pedazos de madera, sólo porque sus dueños aseguran que en ellos se ha plasmado milagrosamente la cara de Jesucristo o de la Virgen María.
En cuanto a objetos que supuestamente pertenecieron a personajes famosos, se han vendido tacones de zapatos de actrices o uñas de asesinos en serie.
Hay también quien subasta su piel para tatuarse mensajes publicitarios, quien vende su alma -un español la vendió por 47 euros-, su virginidad o quien es capaz de dar valor añadido al producto, como una mujer que puso a la venta su Ferrari con ella incluida.
Aunque no lo creas, Bridgeville, una aldea del norte de California, se ofreció en eBay por un precio de un millón 750 mil dólares y un general puso a subasta la solución para la guerra de Irak. Si creyeron que ya lo habían oído todo, se equivocan. En 2007, un joven australiano de 24 años llamado Nicael Holt, colgó en eBay el siguiente anuncio: “New life for sale” (“Nueva vida en venta”).
Es decir, que ofrecía su identidad, concepto que incluía su nombre, teléfono, pertenencias, un trabajo de vendedor de frutas itinerante, sus amistades y la historia de sus affairs pasados. Además, en caso de que alguien quisiera ser él le daría, además, un curso de capacitación que, por ejemplo, incluía unas clases de surf. Holt también se comprometía a presentarle sus amigos y a algunas mujeres con quienes había salido. Finalmente, la subaste se cerró en 5 mil 800 dólares, ofrecimiento hecho por un tal Ridderstrade.
Algo que parecería tan simple como traspasar a la red el mecanismo de las compraventas tanto de bienes como de servicios a través del sistema de subastas, ha tenido un éxito exponencial. La clave, según los expertos, reside en tres puntos fundamentales:
La idea de la pionera eBay de subastar entre particulares, el llamado C2C, cliente a cliente, donde las empresas cobran un porcentaje por poner el producto en su página o una comisión sobre el precio de venta alcanzado por éste.
El segundo es la disponibilidad de adquirir casi cualquier cosa las 24 horas del día y los 365 días del año. El tercero es la infinita variedad de cosas que ahí pueden venderse; sin salir de su casa, una persona puede adquirir el capricho más excéntrico venido del lugar más lejano que seas capaz de imaginar.
Así que ya saben, en esto de las subastas en línea, todo es cuestión de pensar qué podemos vender o comprar: un calcetín, un alma o, por qué no, otro nombre. Total, lo más ridículo parece siempre tener un postor. Será cosa de revisar el closet a ver qué encontramos.