Sunday, 19 de May de 2024

Dichosos los ojos

Viernes, 24 Mayo 2013 12:28
Laura Martín

Privacidad en extinción

Por :
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Ya lo dijo Isaac Asimov en su libro Los Límites de la Fundación, publicado en 1984,  antes del boom de Internet y de la generalización de los teléfonos celulares:

"Me parece, Golan, que el avance de la civilización no es más que un ejercicio en la limitación de la intimidad".

¡Cuánta razón tenía el escritor sobre lo vulnerable que se ha vuelto la intimidad de las personas! Hoy hemos aceptado abiertamente que se nos filme en el supermercado o en el banco, que cualquiera en un centro comercial nos detenga para preguntarnos qué tarjeta de crédito usamos o que alguien marque a nuestros teléfonos celulares sea la hora que sea y estemos donde estemos. Lejos de molestarnos, este tipo de situaciones nos parecen de los más normales.

Me viene a la memoria la ocasión en que el entonces presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, durante un viaje a Turquía en 2007, dejó al descubierto sendos agujeros en sus calcetines al quitarse los zapatos en una mezquita. Nos resulta no sólo asunto de interés internacional e, incluso, lo hacemos tema de nuestras conversaciones y   lo sentenciamos universalmente culpable del crimen de no ponerse unos calcetines decentes al tener un puesto como el suyo.

George Orwell autor de la  famosísima novela de ciencia ficción 1984, en otra de sus obras, el Gran Sol de Mercurio señala: “Eran como las hormigas, que pueden ver los objetos pequeños, pero no los grandes”.

La privacidad, que entendemos como el ámbito de la intimidad que se tiene derecho a proteger de cualquier intromisión, se ha visto amenazada por la llamada sociedad de la información, el desarrollo tecnológico y el auge de los sistemas de comunicación. Gracias a avances como las minicámaras o los propios teléfonos celulares, cualquier persona puede ser filmada o grabada donde sea y sin su consentimiento.

La privacidad en Internet siempre ha estado en entredicho debido a la facilidad con que las personas revelan, tanto sus números de tarjetas de crédito, como su información personal en chats, redes sociales o por medio del correo electrónico.

Sin embargo, el meollo del asunto está en la débil y peligrosa línea que hemos trazado entre la vida privada y la pública. Dos ejemplos pueden ilustrar mi razonamiento:

El primero sucedió hace un tiempo en un programa español tipo talk show. En él, un hombre pidió al aire una nueva oportunidad a su ex-novia. Esto sin que ella hubiera sido informada previamente para qué se le había citado en el programa. Ante la negativa de ella de reanudar la relación, en vivo y a todo color en las pantallas, él la asesinó días después. El hombre alegó que no pudo resistir la vergüenza pública. El programa sigue al aire, evadiendo la responsabilidad de haber llevado a la mujer con engaños y de no prever lo que esto podía provocar, dado que el asesino tenía una orden judicial de alejamiento de la joven.

El otro caso, es el de una muchacha en Corea del Sur cuyo perro se hizo caca en un vagón de metro. Los demás usuarios le pidieron que lo limpiara y ella se negó. Alguien le tomó una foto con un teléfono celular y la subió a un popular blog coreano. De ahí, todo devino en pesadilla para la muchacha. En pocas horas, fue bautizada gae-ttong-nyue (”la chica caca de perro”) y su foto se propagó por toda la web. Empezó a ser reconocida en la calle y de ella se hicieron posters y parodias. La difusión llegó a tal grado de locura que la chica tuvo que abandonar la universidad donde estudiaba. Luego,  la historia llegó  a E.U. donde también fue muy difundida. El incidente se discutió en infinidad de sitios web y medios escritos. Así, la mujer que no limpió la caca de su perro, se convirtió en una  “mala global.”                                                                                          

Que alguien nos observa no es una paranoia. Que nuestras vidas son cada vez más transparentes para los demás, tampoco. Que un día, por qué no, puedes ser tú objeto de mofa mundial, es una posibilidad real. Que habría que plantearse qué significa esto en términos de libertad, nos queda de tarea.