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Opinión y fundamento

Viernes, 25 Enero 2013 14:35
Matego C´mon

Donde no pasaba nada

Por :
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Ya es más que conocida la deficiencia con la que ciertas instancias dentro del Poder Judicial así como en el sistema penal, político y social en México operan, ya que conceptos y fenómenos como la impunidad, la corrupción, la negligencia política y estructural condicionan las decisiones de aquellas Autoridades que se hacen llamar “pertinentes” y que nos muestran con “orgullo” la ineptitud y poca viabilidad de sus propuestas y acciones.

Aunque, ¿saben qué es lo peor? esto no es nuevo, es el pan de todos los días en nuestro México lindo y podrido, dicen por ahí en las calles. Una realidad que fuertemente nos ha marcado y hemos callado; -“hay mejores cosas por hacer que estarnos quejando”- comentario expresado por cierta persona de edad avanzada al observar a un semi-contingente de estudiantes pretendiendo tomar las calles abarcando únicamente la mitad de la misma dentro de la ciudad de Puebla, aunque bueno, por lo menos hacen uso de la “libertad de expresión”, si se puede llamar así, a pesar de las tres camionetas policiales próximas a dicha “manifestación” así como unos quince policías “cuidando” que no se salga de control el “evento”.

Con esta idea y  demás ejemplos que ya conocemos (el caso de la francesa Florence Cassez, el caso MONEX, la reforma educativa aplazada en el Estado de Puebla,  la represión contra la libertad sexual y de expresión en Puebla, #YOSOY132, etc..) se puede entender la alienación social, burocrática y política de un sistema corrupto, viciado y extremadamente priista (corporativista, autoritario, tradicional) perpetuado en nuestras caras; hace de nosotros los doblegados, los callados, los sin voz ni voto, los que únicamente podemos mover la mirada, hacer como que no pasa nada; desconfianza absoluta en aquellas instituciones que deberían contener toda nuestra confianza, miedo, angustia y opacidad en la toma de decisiones sociales y sobre todo en el uso de nuestros derechos.

Y es que el miedo ya no solamente es hacia la violencia, la inseguridad, el crimen y el narco. Agregamos el miedo hacia las autoridades, hacia las instituciones, hacia los procedimientos judiciales y penales, hacia esa supuesta impartición de la ley; miedo a la búsqueda en el reconocimiento de nuestros derechos así como el uso de nuestras supuestas libertades. Nos acercamos a dichas instancia con toda la desconfianza y poca credibilidad sabiendo que, en el mejor de los casos, todo se quedará igual, sin respuestas, robados, preocupados, extorsionados y nuevamente con las manos vacías.

¿Esto realmente se puede considerar Estado de Derecho? ¿Esto realmente se puede considerar “la voz de pueblo” expresada en nuestro voto y en nuestros representantes? Ojo, con esto no afirmo la supuesta teoría de un México que ronda en la inexistencia del Estado de Derecho, ese es otro tema, simplemente lanzo la pregunta hacia las instancias ya mencionadas y que ponen en tela de juicio su operatividad.

Por otro lado, aunque bajo el mismo esquema, es preocupante observar personajes como el Gobernador Rafael Moreno Valle haciendo de la ciudad de Puebla un Imperio más no un Estado Democrático (pueblo sumando al gobierno).

Es preocupante ver al mandatario haciendo berrinches cual puberto al ser cuestionado, criticado y sancionado por sus egocéntricas decisiones y es aún más preocupante observar cómo las Autoridades e instancias encargadas de sancionar a dicho mandatario se muestran como padres indulgentes que soportan esto y más de los berrinches del puberto.

Esta clase política mexicana, estas instituciones, esta falta de conciencia política y social, este sistema político, jurídico, penal, en verdad deja mucho que desear, y ya no hablemos de ciertos medios de comunicación, solapando las estupideces de estos entes para vendernos una idea hipócrita y poco creíble. ¿Acaso piensan que la gente es idiota?

La verdad es que ahora entiendo un poco más el porqué de nuestra apatía social frente a los fenómenos políticos. Y no es que la gente sea idiota, sino que ha dejado de confiar, de creer y sobre todo de exigir. Y es que cómo exigir, cómo denunciar, cómo defendernos si el  que nos procura actúa en contra de nosotros, nos extorsiona, nos intimida, nos reprime.

A veces concluyo en que no tenemos más remedio que seguir aguantando, aunque, la verdad, ya me estoy desesperando. Varias propuestas ya he dado: reformas a las leyes, movimientos sociales fuertes, denuncias bien fundamentadas, hacer valer nuestros derechos y exigir las libertades otorgadas.

Nunca será suficiente, más sin embargo pienso que en algún momento, no sé cuándo, la balanza estará “de nuestro lado”.