Sunday, 19 de May de 2024

Lo que viene siendo Puebla

Viernes, 25 Enero 2013 10:53
Alejandro Sotelo

…es como atención al cliente

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En agosto de 2008, Antonio inició su labor como pastor evangélico en una iglesia cristiana en San Francisco Totimehuacán, al sur de la ciudad. Un año antes, su padre redactó una carta en la que presentaba a su hijo como su sucesor en el cargo, en caso de que él faltara.

Firmada por miembros de la iglesia como testigos, la carta fue avalada por la comunidad junto con el nuevo cargo de Antonio, ya que la figura de pastor evangélico no es heredable. En dicha carta, el señor Eduardo Cerda, padre de Antonio, informa que su hijo menor se haría cargo de la comunidad junto con todas las actividades y múltiples tareas propias de un pastor que está al cuidado de su rebaño.

Al principio, estuvo bajo contratos temporales que se renovaban de acuerdo a la decisión de los miembros de la comunidad, porque “es la comunidad la que decide si el pastor se queda o se va”. Con el paso del tiempo, Antonio fue consolidándose en su cargo hasta que se ganó la confianza del rebaño.

“debo estar al pendiente de las personas. Les enseño, les doy cursos, los aconsejo, los regaño y los apapacho. Siempre debo estar ahí para escucharlos”

Cuando tenía 14 años no estaba interesado en suceder a su padre en su función como pastor de una comunidad cristiana. Dice que con el tiempo se desarrolló su vocación, o El llamado. A pesar de ser muy joven, la importancia de su papel como pastor radica en estar al pendiente de su comunidad. Se acercan a él personas de todas las edades, sean hombres o mujeres, con diversos problemas y el objetivo de recibir palabras que les aconsejen, palabras basadas en las enseñanzas de la Biblia.

         Para ello, Antonio no sólo echa mano de sus conocimientos y constantes lecturas de la Biblia; se basa en el conocimiento previo que tiene de los comportamientos de cada uno de los 40 miembros de su comunidad, así como en los aprendizajes que se adquieren como guía religioso.

         A Toño le piden consejos para poner un negocio, para decidir la profesión, para casarse o para “llegarle” a alguien. A veces acompaña a personas con diversos profesionales o a instituciones que atienden problemáticas particulares. Abogados, psicólogos, médicos, centros de atención a adictos, entre otros; “el ser pastor requiere de mucha paciencia, es como atención al cliente.

Debes tener un carácter especial: ser flexible, humilde pero también enérgico… es un privilegio y una responsabilidad muy grande ser pastor, estar al frente, ser un ejemplo. No cualquiera puede serlo”. De la misma manera, Antonio planea diversas actividades, pláticas, eventos, conciertos y diferentes acciones en los que involucra a la comunidad y a su familia. Dice que la comunidad no se considera como una religión, ya que “al ser un grupo pequeño el trato es más directo, y los servicios no son tan ritualizados; inclusive después de cada uno de estos servicios se realizan diferentes actividades para unir y convivir con los asistentes”.

Al igual que su padre, Antonio conoció a Mónica su ahora esposa en una iglesia cristiana en Durango, y ella al igual que su suegra, es consejera del grupo de mujeres de su comunidad, entre las otras actividades que realiza. Su familia se involucra en las actividades de la comunidad, así como los servicios dominicales.

De esta manera el pastor evangélico no es la única figura clave dentro de la iglesia, sino también la familia, los más cercanos, los que aseguren a la comunidad el bienestar de todos sus integrantes... “de mi padre aprendí a ser el reflejo de su persona, ser marido de una sola mujer, ser quien gobierne la casa, ser coherente, responsable, estricto y maduro... ese es mi trabajo y trato de reflejarlo en mi quehacer diario”.