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Cultura para mortales

Lunes, 28 Octubre 2013 22:48
Sarah Banderas

Una pizca sobre la Nobel de Literatura

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Este año la Academia Sueca decidió otorgarle su primer Nobel de Literatura a Canadá. La orgullosa ganadora fue la escritora Alice Ann Munro, denominada como la maestra del relato corto. El galardón fue por su libro Mi vida querida.

Nació en Ontario en julio de 1931. Vivió algunos años en una granja. Se casó muy joven y junto con su esposo atendió una librería. Desde ahí comenzó a escribir cuentos y a enviarlos a la emisora de radio nacional.

Sin afán de repetir lo que ya se ha comentado sobre ella, y tratando de dejar de lado mi postura pro feministalight, permítanme compartirles un poco sobre su narrativa.  

Los relatos de Munro (al menos los que leí de su libro Demasiada felicidad del 2010) nos presentan un mosaico de las relaciones familiares modernas: hijos que no comprenden a sus padres, exesposas y exesposos que como grandes amigos comparten reuniones y fiestas en familia, mujeres que buscan abrirse su propio camino cargando con su pasado y su condición de género.

Los protagonistas son mujeres de distintas edades que tienen en común una vida aparentemente normal, sin sobresaltos y sin mayores preocupaciones que las cotidianas.

La mayoría están casadas, pertenecen a la clase media –por situarlas en algún estrato social para darles mejor idea- y mantienen un matrimonio estable.

Pero cada una toma sus propias decisiones que cambian el rumbo de sus vidas. Estas decisiones son producto de sus propias necesidades como mujeres, de su forma de ver la vida, sus sueños y metas, de su manera de enfrentar al mundo aún dominado por intereses masculinos.

Munro nos muestra a la mujer madura que vive felizmente con un marido comprensivo y amable quien la abandona por su ayudante de carpintería que encarna su propia antítesis. Encontramos a la joven madre que se deja llevar por la novedad de la pasión y decide huir con su amante dejando a sus dos hijas pequeñas, enfrentando en el futuro las consecuencias. Nos topamos con una mujer que sufre violencia doméstica y tiene que sobrevivir día a día cargando en su alma con un asesinato y un esposo psicópata del que no puede escapar.

Nos retrata también a la mujer adulta enferma de cáncer, quien piensa morirá antes que su esposo pero el destino la engaña y pierde a su marido, enfrentándose a la soledad y la cotidianeidad presentada por la escritora de manera extrema.

Munro nos lleva de la mano por la tensión de la trama y la tragedia y nos suelta en finales inesperados, en ocasiones incomprensibles, tan simples y sencillos cómo la vida misma.

Su condición de género le permite reflejar de manera magistral el mundo, la psicología, el sentir de las mujeres modernas, mujeres inmersas en un mundo que aún les impone costumbres conservadoras para sus vidas.  

Desde su primera publicación Dance of the Happy Shades en 1968, Munro fue aclamada por la crítica y obtuvo su primer reconocimiento nacional. Fue bautizada como “la Chéjov de nuestro tiempo”. Se dice que la comparación con el escritor ruso Antón Chéjov (1860-1904, denominado maestro del relato corto) es exacta, no sólo por la destreza narrativa, sino porque en ambos el mundo de sus relatos se circunscribe a su región natal.

Sin embargo, desde mi punto de vista, la comparación me parece corta.

Si bien Anton Chéjov describe al igual que Munro la cotidianidad de la vida y nos expone sin tapujos los valores imperantes en su tiempo y en su tierra, su literatura es cómica, sarcástica y explota con gran habilidad el humor negro, estilo opuesto al de Munro, quien aun cuando describe situaciones cómicas y acaso absurdas, lo hace con la seriedad que la desgracia femenina requiere para ser comprendida.

Además la extensión de los cuentos de Chéjov es mucho menor que los de la escritora y por si fuera poco sus protagonistas son hombres -y con ellos sus propios intereses y su forma de relacionarse con las mujeres que en esa época no tenían voz ni voto ni ideas propias-.

…Entonces

Hay que leer a Munro no sólo por cultura general sino porque es ligera, amena y nos presenta con genialidad la vida y los conflictos de las mujeres de hoy, sin caer en el feminismo. Les recomiendo los cuentos (y están disponibles en internet) “Las niñas se quedan”, “Radicales libres” y “Dimensiones”.

Y también si andan desocupados leerse a Antón Chéjov. No sólo para que me den la razón en cuanto a la odiosa comparación, sino porque es divertido y su ficción nos sumerge en la psicología de la Rusia zarista. Les recomiendo para empezar “Una noche de espanto”.

By the way…

Francia es el país con mayor número de Premios Nobel de Literatura.

Desde 1901 se han entregado en total 110 Nobel de Literatura y de ellos sólo trece a mujeres.

Seis latinoamericanos han ganado este galardón (¿o no Señor Fox?) y de ellos dos han sido chilenos.