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La Regla 18

Lunes, 03 Junio 2013 20:10

Mal de muchos, consuelo de tontos

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Para algunos un suicida, para otros un audaz.

Es la única unanimidad del fútbol: todos lo odian. No conoce los halagos, porque nada de lo que haga conviene, nada de lo que haga, se salva de reproche. Nadie aplaude sus aciertos, todos condenan sus errores.

Cuando entra al campo tiene a bien persignarse, y lo tiene muy a bien. Súbitamente se convierte en un obstinado asustadizo de la Tercera ley de Newton, de esa famosa ley de acción y reacción. El sonido del silbatazo inicial es la premisa a la sinfonía que orquestará. De un lado la comparan con la quinta sinfonía, del otro, con un estruendoso ruido sin fin. 90 minutos para el hincha, una eternidad para él. Maldiciones, insultos, abucheos y pedradas. No tiene escudo, no como los veintidós, que tienen una bola blanca para reivindicarse del error más absurdo o hasta del error más fatídico. Él no.

“Los derrotados pierden por él y los victoriosos ganan a pesar de él. Coartada de todos los errores, explicación de todas las desgracias, los hinchas tendrían que inventarlo si él no existiera. Cuanto más lo odian, más lo necesitan.” (Galeano, E., 1995, p. 11)

Un probable desafortunado y frustrado futbolista, que tiene la opción del sacrificio como único medio  para rendir tributo a su pasión. Pararse dentro del rectángulo verde ya tiene implícito el devenir: forma parte de ese mundo. Sin embargo, ese mundo no lo reconoce, únicamente lo expone. Lo expone ante la hinchada y lo expone ante el medio, como un dictador irreverente o como un ingenuo insensato.

Y es que el árbitro tiene la función de mediar, e irónicamente, él no tiene mediador.

Inconscientes los aficionados que piden su cabeza como sacrificio, porque piden la cabeza, pero no se atreven a ponerse en sus pies.

Si son rigurosos, entonces, es justo acreedor a los siempre recordados y nunca perdonados malos arbitrajes. Si fueran sutiles, lo dejarían arbitrar. 

Cita textual del libro: Fútbol a sol y sombra de Eduardo Galeano.