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La Regla 18

Lunes, 15 Julio 2013 22:40

Eres tú y soy yo

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Ya un análisis queda por demás, es monótono y no ofrece novedad. Más de lo mismo. Lineas y más líneas serían necesarias para hablar del insípido fútbol que viene practicando la Selección Mexicana y otras cuantas más para sugerir una solución táctica o una renovación.

Entiendo que los resultados no impliquen mayor trascendencia en el país que la alegría o tristeza temporal de unos tantos entre los millones que somos. Lo entiendo, pero esos tantos, estamos hartos. 

A lo mejor, de ver siempre a la mediocridad como bandera a más allá de media asta, de soñar sin tener los pies en la tierra y de volar aunados a las alas de los medios que agrandan siempre a su protegido. Estamos hartos de nuestra propia confianza. Estamos en una relación en la que ya no queremos estar, por miedo o simplemente por amor incondicional.  

La vida es una rueda de la fortuna, la diferencia es que no todos estamos subidos en la misma ni vamos a la misma velocidad ni en la misma dirección. México está descendiendo o posiblemente llegó al punto más bajo de su propio ciclo. La incógnita gira en torno al tiempo y en esa vuelta suceden cosas inesperadas.

El error radica en nuestra tonta ilusión de pensar que vamos en la misma rueda que las consagradas potencias mundiales o las endebles selecciones del mundo. México pasa del punto más bajo al más alto de su ciclo y viceversa. Escribe su historia en pasajes que comprenden alegrías efímeras y golpes simbólicos de alevosía, aun sin ser actos de proeza o de total traición. El escritor de la historia se enfoca en el fondo y se olvida de la forma, y entonces nos molesta, aunque nuestra frágil costumbre nos termine haciendo celebrar al final. Quizá por la cultura. Nunca existe la exigencia de mantenerse y trascender, y así, no vamos a ningún lado. 

La crítica debería de construir y no de destruir. En el renglón que juega lo externo, como el apoyo y la queja, la lucha por la razón se convierte en una constante batalla de egos que no da espacio al consenso objetivo. Cuando coinciden los términos, es cuando estamos en lo más alto, luego llega el desinteresado o el que busca protagonismo y todo se viene abajo.

Dentro de la cancha: que fácil es escudarse en el resultado y dejar olvidado el proceso. Que fácil es criticar las circunstancias y que difícil es autocriticarse. Que fácil es comprometerse y que difícil es respetar el compromiso. Que fácil cuando el compromiso no tiene que responder a las expectativas y que difícil cuando el compromiso tiene que responder a la obligación. Que fácil es abrir espacio a los reproches, que difícil es callar bocas. 

Sentado en la butaca: que fácil es insultar y que difícil aceptar una respuesta. Que fácil es criticar el proceso, pero que difícil es no celebrar el resultado. Que fácil es hablar y que difícil es respaldar. 

No se va a acabar el mundo y con eso tenemos para estar contentos. La Selección Mexicana va resurgir en su camino por volver a la cima, que reitero, no es la gloria, sino el tope de su exigencia. El total y absoluto problema, va a ser encontrar la forma de mantenernos en lo más alto de la rueda para tener cabida en la de las grandes potencias y lograr algo digno de catalogar como hazaña o vernos caer nuevamente en la repugnante rutina.  Mucho trabajo para los que están dentro de la cancha, y también, para los que están fuera de ella.