Monday, 20 de May de 2024

Cultura para mortales

Martes, 14 Enero 2014 17:22
Sarah Banderas

El MET y su arsenal de arte mundial

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Antes de platicarles un poco sobre este inmenso espacio dedicado al arte del mundo entero (que tuve oportunidad de visitar en las vacaciones navideñas con su respectiva dosis de nieve y frío calador), aprovecho mi primer blog del 2014 para agradecerle muy sinceramente a Selene Ríos por la oportunidad de colaborar en este medio informativo, el cual me ha dado enormes satisfacciones y espero que a ustedes, queridos lectores míos, les agrade tanto como a mí escribirlo.

El MET (por sus siglas en inglés) es un inmueble de proporciones gigantescas de estilo clásico con enormes columnas dentro y fuera del recinto. A sus espaldas –y costados- se encuentra el famoso Central Park que se puede apreciar a través de los distintos ventanales y puertas de cristal ubicadas alrededor del museo.

Cuenta con aproximadamente diecisiete exposiciones permanentes que abarcan las culturas egipcia, griega y romana, arte medieval, pinturas y esculturas de los siglos diecinueve y veinte, arte moderno y contemporáneo donde se hospedan los infaltables Van Gogh, Monet, Rodin, Renoir, Picasso, Dalí y Warhol, pasando por el arte asiático, árabe (que incluye Turquía, Irán, Asia Central y Sur), africano y americano.

Cada una de las exposiciones cuenta con un mínimo de cinco salas, es decir que sólo para recorrer la colección de Instrumentos Musicales que es la más pequeña, es necesario visitar cinco salones o habitaciones. Por el contrario una de las exposiciones más grandes es la denominada “The American Wing” que ocupa más de cincuenta galerías distribuidas en los dos pisos que conforman al museo.

Así que prácticamente es imposible recorrerlo todo en un solo día. Considero que se requieren un mínimo de tres para hacerlo detenidamente, pues además se debe tomar en cuenta que cada sala tiene un número determinado de cuadros o vitrinas con sus respectivas explicaciones que consumen algo de tiempo.

En mi caso sólo tenía disponibles un par de horas, así que con mapa en mano me dirigí a las salas que más me llamaron la atención. Comencé por el arte egipcio más por casualidad que por elección ya que es con lo primero que uno se topa, pero fue una gratísima coincidencia.

Paredes con relieves de jeroglíficos egipcios, sarcófagos de piedra y madera decorados con colores vistosos y en perfectas condiciones, joyería que perteneció a princesas y nobles, manuscritos con cuatro mil años de antigüedad, inmensas esculturas de esfinges en mármol, fotografías en blanco y negro que retratan las excavaciones y los hallazgos, son algunos de los elementos que conforman está riquísima colección.

Y para cerrar con broche de oro un gran espacio dedicado al Templo de Dendur, donde uno se puede transportar por algunos minutos a la civilización egipcia, al adentrarse en el templo de piedra donde a uno lo cobijan miles de jeroglíficos grabados en las paredes y techos.

De ahí me trasladé al otro extremo del MET para contemplar las pinturas de los famosos (o mejor dicho de los que más conozco). En el camino eché un vistazo al arte religioso medieval con sus vitrales azules, a las decoraciones europeas donde se encuentran habitaciones ricamente vestidas de acuerdo a la época de Luis XVI, a las esculturas y bustos de mármol griegos y romanos, al arte africano con sus máscaras de madera y hojas de palma, y sus altísimos ídolos con rostros espeluznantes.

Al llegar por fin al otro lado, me encontré con Picasso y sus aproximadamente diez pinturas. En lo personal considero que el MoMA (otro museo de arte ubicado también en Nueva York) tiene una colección más significativa del artista, que refleja mejor su estilo cubista.

También estaban Klee con sus incomprensibles cuadritos de colores, Joan Miró y el surrealismo en su máximo esplendor, acompañando a la mexicana Leonora Carrington con su “Autorretrato” que refleja un estilo semejante al de Kahlo.

Para finalizar y ya un poco agotada de tanto contemplar, me dirigí a las galerías de “Armas y armaduras”. Fue una grata sorpresa que me recibieran en la sala principal cuatro caballeros en sus armaduras y sobre sus respectivos caballos.

Esta exposición presenta cosas poco vistas por acá: trajes de samuráis impresionantemente bordados y ensamblados con sumo cuidado, donde cada elemento tiene un significado especial; armaduras, escudos y lanzas para todos los tamaños y edades. Destaca la de Enrique VIII con un peso de aproximadamente treinta y cinco kilogramos (no imagino un joven cargando la mitad de su peso con una armadura por horas y durante una batalla). También admiré las decenas de espadas con empuñaduras redondas o alargadas, de oro o de plata, simples o ataviadas con piedras preciosas; así como las pistolas y escopetas recubiertas de oro, plata, concha nácar y marfil (ya sabemos de dónde sacaron las ideas los sicarios para adornar sus instrumentos de trabajo).

…Entonces

Si sólo cuentan con un día (o en realidad no les interesa invertir más de un día) yo les recomiendo que antes de visitar el MET elijan tres o cuatro salas que sean de su interés y desde la hora de apertura hasta el cierre -que viernes y sábado es hasta las nueve de la noche- se dediquen únicamente a recorrerlo. Es muy recomendable pero deben tener paciencia y gusto por ver –hay unas banquitas muy oportunas que le permiten a uno contemplar detenidamente un par de cuadros o esculturas en lo que se toman fuerzas para continuar-.

By the way…

¡Sólo desearles feliz año y que me sigan leyendo!