Sunday, 19 de May de 2024

Cultura para mortales

Martes, 01 Octubre 2013 11:52
Sarah Banderas

Misterios de la Antigua Penitenciaría de Puebla

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Las cárceles tienen ese halo tenebroso y siniestro que nos atrae con cierto temor, por las historias oscuras y terribles que surgen dentro de sus muros. No por nada a la prisión más famosa de México, Lecumberri, se le conoce como Palacio Negro.

Y con ese miedo palpitante tuve el gusto de disfrutar un recorrido nocturno por las celdas, pabellones y patios de la Antigua Penitenciaría de Puebla (sí, nocturno para ponerle más emoción al asunto) la cual además celebraba la apertura de su primera exposición.

Este recinto, más antiguo que el Palacio de Lecumberri, se encuentra ubicado en el corazón de la Ciudad de Puebla, apenas a unas cinco cuadras del zócalo y frente al famoso Paseo Bravo.

En sus inicios fue el Colegio de San Javier, perteneciente a los jesuitas. En el área donde posteriormente fue construida la cárcel se encontraban los huertos y jardines. En 1767 los jesuitas fueron expulsados de la Nueva España y el gobierno expropió todos los terrenos.

A principios de 1800 se comenzó a planear y a construir el penal. Para su diseño se tomó como referencia el sistema penitenciario de los Estados Unidos, por lo cual es semejante al de Cincinnati: panóptico tipo octagonal, es decir que desde cualquier punto en el que uno se coloque se tiene una visión panorámica del edificio.

Durante las diversas intervenciones que sufrió nuestro país (la norteamericana y las francesas de 1862 y 1863) sirvió como recinto militar y recibió el nombre de Fuerte de Iturbide.

Finalmente el Presidente Porfirio Díaz la inauguró en 1891 (nueve años antes que Lecumberri) siendo la más moderna de América Latina en ese entonces. Un par de años después se creó en su interior un laboratorio criminalístico y un museo craneológico. Los presos que morían y no eran reclamados donaban amablemente sus cráneos para ser estudiados.

En 1984 la penitenciaría cerró sus puertas. Un día de marzo a la  medianoche, sin más pertenencias que lo que llevaban puesto, se trasladaron a los más de 900 reos al hoy Cereso de San Miguel. Cabe mencionar que tenía una capacidad para 522 personas por lo cual -de manera inusual en las cárceles del país- había sobrepoblación.

En 1985 se convirtió en el Instituto Cultural Poblano y actualmente es alojamiento del Archivo General del Estado de Puebla, que cuenta entre sus archivos más valiosos con las actas de nacimiento original de los Hermanos Serdán.

De esta forma la Antigua Penitenciaría pasó de ser semillero de hombres cultos a alojamiento de delincuentes, para después convertirse en albergue de la historia de Puebla.

Celdas e historias de miedo

Los minúsculos cuartos de 1.20 x 1.70 albergaban a un solo reo. Carecían de lavabo y excusado como los de Lecumberri. A las 6 de la mañana se les despertaba para iniciar con sus actividades en sus respectivos talleres y a las 9 de la noche ya estaban de vuelta en sus cómodos aposentos.

El pintoresco paseo va acompañado de un encierro corto (sólo para el valiente) de alrededor de 20 segundos en una celda; de una visita a las celdas de castigo (las había interiores y exteriores. Los que eran encerrados afuera, además del pequeñísimo espacio debían soportar las inclemencias del tiempo) y una “asomadita” por los torreones donde los custodios vigilaban el patio principal.

El guía nos aderezó el viaje con historias amenas sobre reos que por arte de magia desaparecían como el famoso “capitán fantasma”: ladrón vestido de militar al que le fue asignada una celda especial; sobre aquellos desesperados que invocaban al diablo para que los socorriera y sin mayor explicación amanecían con las ropas desgarradas; o la hilera de cruces colocadas en la planta baja del cubo de las escaleras por los “accidentes” que sufrían los presos al caerse de ellas.   

Cabe destacar que uno de los personajes más famosos que descansó un par de días en este lugar fue el revolucionario Ricardo Flores Magón.

Exposición “Anhelos de Libertad”

La exposición “Anhelos de Libertad” montada en el área donde solían ser las regaderas para los varones, recupera documentos históricos referentes a las actividades de la penitenciaría. Entre ellos encontramos los registros de los primeros reos con sus respectivas fotografías, acompañadas de sus descripciones físicas a mano.

También hay fotografías nunca vistas sobre la primera prisión ubicada en el pasaje a un costado del Ayuntamiento (y de la cual era fácil fugarse), de la destrucción de la penitenciaría durante el sitio de Puebla en 1863, así como de los presos en actividades diarias, por ejemplo repartiendo el “rancho” por celda (la raquítica ración de comida).

…Entonces

Sin duda es un recorrido fascinante para quienes nunca deseamos pisar este tipo de inmuebles en funcionamiento y sólo queremos conocerlo (vacío) por el misterio que encierran. Lo recomiendo ampliamente. El guía es bastante conocedor del tema y hace bien su papel de otorgarle una emoción extra al paseo.

By the way…

En algún momento la Antigua Penitenciaría fue mixta, aunque en una proporción muy pequeña (aproximadamente 1 mujer por cada 30 hombres). Según dicen que todas o casi todas habían cometido crímenes pasionales.