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El Puente Romano

Jueves, 04 Julio 2013 04:56
Juan Carlos Fernández

Mi niño de Morelia: Lázaro (3ro y último)

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HAY DOS ESCRITOS PREVIOS

En columnas anteriores les conté la vida de Lázaro Mena, uno de los 456 niños de Morelia. Aquellos a quienes la guerra sacó de España separándolos de sus padres, y Lázaro Cárdenas y México recibieron para una nueva y muy difícil vida.

PUEBLA: LA NUEVA MORELIA

Lázaro Mena ha llegado a Puebla y una religiosa española (De esas que hacen mucha falta hoy en día) “sondea” entre la colonia española local, a que familias les gustaría alojar un tiempo a los pequeños ibéricos.

Un asturiano de apellido Menéndez decide “adoptar” a cinco de estos niños. No se podían adoptar porque no eran huérfanos. De estos cincos unos se quedan y otros se van. Lázaro encuentra ese hogar que los bombardeos le arrebataron y el Señor Menéndez le proporciona. -Mi suegro, dice la ahora esposa de Lázaro el infante.

Al igual que su tutor Lázaro se inmiscuye en la industria textil. Una fábrica, luego otra en México y después de regreso a Puebla, donde casado vive 25 años arriba de la fábrica, a la usanza clásica de la época en una textilera de la familia Jenkins.

RECUERDOS Y PENDIENTES DE LA GUERRA

Su padre evoca, lideraba un sindicato de izquierda y su suerte estaba echada, si la muerte natural que se lo llevo no lo hubiera hecho, lo habrían ejecutado, el pelotón de fusilamiento, solo esperaba que recuperara la salud para volverse la a quitar, narra con tristeza.

En varias décadas el ahora poblano que salió de Cataluña y llegó a Morelia, solo recibe dos cartas de su madre. El régimen detenía y abría las cartas nos cuenta. En una de ellas su madre le avisa que tendrá un nuevo hermano porque ella ha contraído nupcias con el vecino, un tiempo después de que su padre falleció.

El se negaba a ver a su madre con otro, tal vez en la sustitución de la figura paternal descargaba la ira de la vida. Esto, aunado al miedo, a los rumores, al no saber qué pasaría si regresaban, genero en varios niños de Morelia pavor al retorno.

33 años después Lázaro se cuela a la pista de aterrizaje del aeropuerto de la ciudad de México. Está ansioso por que llegue el vuelo de Iberia. Ahí viene la mujer que le dio la vida. Cuando ella sale por la escalera Lázaro no está seguro si es ella, pero el amor de madre supera cualquier radar.

La emoción y las lágrimas invaden al resto de los pasajeros que atónitos presencian el encuentro de dos seres que se separaron antes de la guerra mundial y ahora viven la época de la guerra fría desde dos continentes lejanos.

RETORNO Y REENCUENTRO

Después de más de una visita de su madre, la esposa visita a España y desde allí le llama para contarle que su padrastro es un encanto, que tiene que conocerlo y lo hace telefónicamente. En el mismo año meses adelante Lázaro toma la difícil decisión: Tramita 2 meses de vacaciones y se decide a cruzar el océano de nuevo y en sentido contrario para el reencuentro consigo mismo.

El ahora poblano tiene un viaje de angustia: Miedo, recuerdos, rencores, añoranza, fe y mucho rezo. Al llegar a su pueblo natal el taxi se detiene en el colegio, como si supiera que el niño Lázaro estuvo la tarde de ayer en clases, antes del bombardeo.

Lázaro ha vuelto unas décadas después y conoce a los medios hermanos a los que hoy quiere y considera hermanos. Al padrastro alcanza a visitarlo en el hospital ya con la salud deteriorada, no le puede hablar pero llora al ver al hijo que no conocía.

En el pueblo todos esperaban expectantes la llegada del niño de Morelia. En la taberna un hombre en muletas le pregunta: -¿Lázaro te acuerdas de mí? Soy fulano, tu amigo de antes que partieras. Un instante después una señora también se dirige a él: -Lazarico¡¡¡¡ Soy menganita, vecina y amiga de tu madre.

El regreso al igual que la partida están grabados con fidelidad cien por cien en la memoria del niño Lázaro.

Ahora Lázaro pesa menos, ha dejado algunas cargas.

Al final nuestro niño de Morelia fue recompensado con más de una familia. Forjo hijos profesionistas. Tuvo varios nietos y bisnietos. Un cuarto lleno de fotografías revela el patrimonio familiar.

GRACIAS

Este es mi pequeño homenaje a todos los niños de todas las guerras. Espero poder transmitir es testimonio más fiel a lo que dijo y contó mi niño de Morelia. Agradezco a Evaristo López Hidalgo, quien contactó al infante de importación, solo por darme el gusto de conocerlo. A Lázaro y señora mi admiración y cariño.

P.D. La 1ra parte puedes leerla aquí:  http://www.periodicocentral.mx/component/k2/mi-nino-de-morelia-lazaro

La 2da aquí: http://www.periodicocentral.mx/component/k2/mi-nino-de-morelia-lazaro-2da-parte

P.D. II La gran Ofelia Guilmáin, contrario a lo que piensa mucha gente, no fue niña de Morelia, ella era más grande y emigró a México después de la guerra, ya como actriz.

Mi tweet es @fernandezmuniz8