El arcoíris está ahí, manifestándose, tomando las calles, riendo y exigiendo lo que de por sí es suyo y en ese suyo es de tod@s.
La comunidad LGBTTIP (LésbicoGayBisexualTransexualTransgéneroPlurisexual) es juzgada desde todos los frentes por supuestos e impuestos jueces, custodios de las “buenas costumbres” y protectores de las “buenas conciencias”, que se escandalizan al ver revolotear una mariposa libre contra sus estructuras llenas de telarañas.
OTRO@S les llaman en ciertas montañas del sureste donde existe algo así como la loca idea de un mundo donde quepan muchos mundos. De esos pequeños y enormes sitios de esperanza llega también esta historia:
El Viejo Antonio le cuenta a un loco romántico encapuchado que en el principio de los tiempos el universo no era más que gris, igual que las guacamayas. Un día una guacamaya rebelde, al ver tropezar a un dios y notar que su sangre era de color, decidió ir con los demás a preguntar ¿De qué color era el mundo? Algunos escarbaron la tierra y encontraron el “café”, otros lloraron y encontraron el “azul”, otro tantos más se alegraron al ver el sol y pusieron a aquello “amarillo”. Los colores uno a uno fueron bailando y adornando el mundo, los amaneceres, los llantos y a las guacamayas, quienes contagiaron de todo esto a l@s Otro@s.
“De pronto –dice el Viejo Antonio- parecen mentira tantos colores para un solo mundo” y entonces nos damos cuenta de que por momentos olvidamos que muchos son los colores y muchos son los pensamientos, y que el mundo sería más alegre con todos los colores, con todos los pensamientos.
Los mismos jueces apelan a la Biología, a la Teología, a la Técnica, al miedo. Será, contra ellos, que no hay nada más natural en el hombre que soñar despierto. Y entonces soñamos un mundo donde todos los colores, todas las físicas y químicas, todos los amores, todas las ciencias y no tanto, todos los besos y los sexos, las lluvias y las noches con sus días, y todos los dioses junto con hombresmujeresotrosotras llenen de color la vida.