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El Rechazo, otra herida que pudimos haber programado desde la infancia y determina algunos comportamientos en nuestra vida actual

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Ante todas las huellas, heridas o improntas que tenemos programadas desde nuestra infancia, ha tenido que ver la manera en que las vivimos, y así como las vivimos así se han quedado programadas, tal vez al estar en contacto con ellas en otras situaciones parecidas, las hemos solucionado y guardado con otros mecanismos o soluciones ganadoras, y eso está súper bien, pero también es importante integrar todas aquellas huellas que hayamos guardado que aún no hemos revisado y que aparecen y nos hacen sentir de determinada manera, puede ser que aunque pensemos que ya está solucionado, ante una situación aparece una emoción que nos inquieta todavía, por ello es necesario echarle un vistazo a nuestro niño interior.

La actitud para empezar a indagar es la del amor propio, comprensión y paciencia, como actuamos con cualquier niño, y entender que en el momento que lo vivimos lo solucionamos de la mejor manera que pudimos.

Ahora hablaremos desde esta actitud de la herida del Rechazo, este lo podemos experimentar desde nuestra concepción, al enterarse nuestros papás, tal vez  haya sido sorpresivo y no estaban preparados para recibir la noticia, esa emoción la percibimos al estar en el vientre de nuestra mama, al nacer ese rechazo lo podemos sentir por la falta de cuidados o negligencia al hacerse cargo de nosotros, y tal vez no sea consciente o atraviesen por preocupaciones como trabajo, casa, alimentación y lo necesario para subsistir, tal vez el contexto o el ambiente no sea el mas adecuado y por eso se sentían de esa manera pero esa sensación la pudimos haber experimentado nosotros y sentir que no valemos ni para ser cuidados o atendidos. Como mecanismo de defensa podemos desarrollar una conducta huidiza, un autorechazo, y rechazo a los demás, por miedo a volver a sentir ese profundo dolor de sentirse rechazado.

En ocasiones también podemos pensar que no somos merecedores de la atención, integración, afecto y comprensión de otros y exista una tendencia a poner límites o alejarnos.

Algunas conductas con las que podemos detectar esta huella son:

  1. Enojo o irritabilidad hacia personas del mismo sexo
  2. Siento que no me aceptan o no encajo en distintos lados
  3. No aguanto estar en un trabajo, o lugar donde me siento excluido, y siento que no vale la pena intentarlo.
  4. Mis amigos conocen nuevas personas y eso me hace sentir relegado
  5. Me ignoran y me tratan como si no existiera, me aplican “la ley del hielo”
  6. Me encierro en mi mismo, la soledad es un alivio.
  7. Auto exigente, por temor a no ser suficiente y entonces ser relegado
  8. Prudentes y atentos a las reacciones de los demás.

Una vez que nos podemos sentir identificados con estos comportamientos o conductas, aquello en lo que es importante enfocarnos, es que somos seres humanos con emociones, sentimientos, pensamientos, sensaciones y es normal haberlo sentido, encontrar la necesidad que teníamos en ese momento y cubrirla para nuestro niño interno, decirle que ya pasó, que eso se ha terminado y a partir del ser humano que somos hoy que podemos hacer, para avanzar ya habiendo integrado esta huella, desde el amor.

Les deseo una excelente semana

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Araceli Velasco

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