Que no le digan.
Que no lo cuenten.
Fue este espacio el que adelantó que Barbosa sería nuevamente candidato de Morena al gobierno del Estado.
Y fue por una sencilla razón que les recordaré mis estimados lectores: López Obrador estaba y está convencido que hubo fraude electoral en la elección ordinaria a la gubernatura y por un acto de justicia y de solidaridad con Miguel Barbosa, estaba seguro que debía repetir como candidato.
Ante esa situación ya nadie podía hacer nada. López Obrador habló y se hizo escuchar. Nadie ni siquiera Ricardo Monreal y los senadores lo hicieron cambiar de opinión. Él puso la mano sobre la mesa, y todos obedecieron.
Ahora no cabe duda que Barbosa será gobernador y es que todas las encuestas le dan a Morena una ventaja de más de cuatro puntos. Es decir, en algunos estudios el partido lópezobradorista tiene 40 puntos de preferencia electoral contra 12 puntos del PAN y 7 del PRI.
Ante esta situación el resultado y el panorama a favor de Miguel Barbosa parecen irreversibles. Aunque bien dicen que cualquier cosa puede ocurrir. Pero dudo que a Jiménez Merino y Enrique Cárdenas les alcance el tiempo para revertir las preferencias electorales o tendrían que hacer una excelente campaña para ir remontando.
El problema es que tanto el PRI como el PAN como marca están más que devaluados están en la lona y Morena se encuentra en la cúspide. Además, Jiménez Merino es el penúltimo de los aspirantes del PRI menos conocido con apenas el 6 por ciento de la población, y Enrique Cárdenas ni siquiera fue medido en las encuestas.
Así es, Puebla tendrá su primer gobernador de izquierda y de Morena, ya la campaña será mero trámite y como todo un recreo para Barbosa, pues los candidatos no le generan la mayor competencia, y al parecer hay un pacto de no agresión para dejarlo ir por la libre porque hasta ahora nadie lo ha criticado, ni Jiménez Merino ni Cárdenas se han atrevido a lanzarse en su contra.