Thursday, 04 de July de 2024
Martes, 05 Marzo 2013 19:04

La Crítica: Artes Visuales. ¿Qué importa quién pinta?

En manos del marchante la apropiación se vuelve mercancía originalísima. Con todo, el autor sí existe y sí importa quién pinta. Importa a los efectos de entender una parte del hecho. No para rentabilizar unicidades facticias.

Por : Milenio

 

A imagen y semejanza de las artes visuales que lo procrearon, se basa el performance en cierta quietud: la del modelo vivo, la del silencio y del vacío en los que se vierten, como pigmento en el lienzo, los contenidos. Es la quietud del performance lo que permite que lo leamos como una pintura, no arrastrados por un argumento, sino con el libérrimo ojo de la contemplación activa.

Existen, respecto del arte, dos teorías encontradas. La primera, la del modelo Menard, considera que no se trata de un objeto dotado de propiedades manifiestas, sino de una actuación circunstanciada: una cosa significa un desnudo de Weston y otra muy distinta cuando, tras fotografiarlo, lo exhibe como propio Sherrie Levine. La teoría opuesta proclama la muerte del autor. Tracemos, pues, dos linajes: el primero, autoral, integrado por Tiziano, Rubens, Velázquez y Francisco Paz Cervantes, y el otro, de signo contrario, constituido por Beckett, Barthes, Foucault y, de nuevo, Paz Cervantes... ¿Cómo figurar en ambos?

El pasado jueves, en el Ex Teresa Arte Actual, puso en marcha Paz Cervantes su ágape didáctico titulado La muerte del autor: una pintura + acto performativo, invocando la circunstancia personal de la ausencia física del padre. Pero la revelación del dato ni pretende ni puede determinar el sentido de la actuación.

Se trata de despedazar, entre todos, cual ménades de los “mitos reales”, una composición de Tiziano, copiada después por Rubens y por Paz Cervantes, donde un dios, transformado en toro, rapta a la ninfa Europa. Despedazarla sin “irrespetuosidad”, pues esta copia de Paz Cervantes se ha elaborado a fuerza de trabajo y destreza: aquí les ofrendo mi carne pictórica. Arriba de la sala un video revela sin cesar el eterno proceso artesanal, al igual que en Las hilanderas de Velázquez vemos la fábrica donde nace el mismo cuadro de Tiziano, expuesto al fondo en forma de tapiz. Aquí, empero, el óleo del italiano según Rubens según Paz Cervantes se baja del pedestal para que nosotros, hilanderos todos, lo reconstituyamos en constelación y Zeus se transforme en Tauro. Como otras tantas Aracnes, reintegremos, pues, este ojo del dios, este sexo de la ninfa, a la eterna telaraña del mito colectivo.

En manos del marchante la apropiación se vuelve mercancía originalísima. Con todo, el autor sí existe y sí importa quién pinta. Importa a los efectos de entender una parte del hecho. No para rentabilizar unicidades facticias.