Describir la obra del dramaturgo iraní Nassim Soleimanpur es difícil. No porque falten las palabras para describir la trama, sino porque literalmente se desconoce.
Se trata de un secreto bien guardado y del que se vuelve cómplice el público que accede al teatro durante cada presentación de la obra.
El ambiente místico y de secrecía que rodea esta puesta en escena experimental la ha convertido en un fenómeno a nivel internacional ya que ha roto todos los convencionalismos artísticos dejando impactado tanto al público como a los artistas que la han interpretado en más de 15 países diferentes.
Y es que de acuerdo a las directrices del autor, ningún actor puede interpretar la obra dos veces. Quienes han tenido la oportunidad de ver la obra no son capaces de describir la trama de la misma, sino sólo algunos aspectos de ella y la cascada de emociones que ha desatado en su interior.
Se sabe, por ejemplo, que en “Conejo Blanco, Conejo Rojo” el actor o actriz que se presenta al escenario sólo está acompañado de una escalera, una mesa con dos vasos y un sobre con las instrucciones de Soleimanpur.
Sin guiones previos que estudiar, el arte de la improvisación es la mejor arma de los audaces que se han atrevido a participar en lo que puede ser descrito, incluso, como un experimento psicológico y de autodescubrimiento.
En México la obra es producida por José Manuel López Velarde y personalidades como Irene Azuela, Cecilia Suárez, Diana Bracho, Luis Gerardo Méndez, Bruno Bichir y Víctor Trujillo han desfilado por el escenario semidesierto.
La última presentación de la obra en la Ciudad de México se llevó a cabo el pasado 25 de abril y se sabe que dentro de la siguiente temporada están contempladas algunas fechas para la Angelópolis, lo que ya está generando una gran expectativa porque aún se desconoce quién será el actor o actriz que se presente ante el público poblano, lo que suponemos es parte de la magia que envuelve a este fenómeno teatral.