Según su testimonio, el pasado 3 de febrero, alrededor de las 23:00 horas, empezó a sentir los dolores de parto cuando se encontraba en su casa, en compañía de su familia. Un día antes había acudido a su cita con el médico de la localidad de Zacatipan, en este municipio, quien le programó una nueva cita 15 días después, “porque, según, yo estaba normal”, describió Emilia.
Entonces, cuando empezó a sentir que los dolores eran más intensos, se dio cuenta que ya tenía la fuente con flujo. Su esposo, como pudo, consiguió llevarla al hospital general de Cuetzalan, porque en su comunidad ya no había médico.
Pasaba el tiempo y, alrededor de las dos horas de la madrugada del 4 de febrero, la recibieron y la revisaron. Intentaron realizar el parto ese mismo sábado, aunque no lo hicieron. Tampoco era posible realizar cesárea porque le dijeron en el hospital que no estaban los cirujanos y no había camas disponibles, todas estaban ocupadas. La espera se prolongó por la falta de ambulancias y por la logística para que pudieran recibirla en otro hospital.
Además que tampoco había un ginecólogo que la atendiera, era una circunstancia que ya había ocurrido con el caso que derivó en la recomendación de la CNDH (2016) y que, hace unas semanas se repitió con la menor indígena Marisol.
Entonces les indicaron que fueron a otros hospitales, donde ellos eligieron, las opciones disponibles eran Tlatlauquitepec, Teziutlán o la capital poblana; la ambulancia –alrededor de las 05:00 horas de la mañana de ese mismo sábado– salió con rumbo a Teziutlán, llegando dos horas después.
Alrededor de las 07:00 horas la recibieron en Teziutlán, el diagnóstico había cambiado, ya había fallecido el bebé, a pesar de que la primera revisión médica había reportado que todo estaba bien con el bebé, que requeriría de cesárea por venir con los pies por delante.
El diagnóstico oficial fue muerte por asfixia por prolongación del tiempo de la atención del par de la negligencia de los médicos del hospital de Cuetzalan, según el testimonio. Por inducción natural el fallecido bebé nació a las 9 horas de ese día. A sus 21 años y por su condición de indígena ya sabía lo que era la mala atención, un parto antes, había sufrido de la negligencia del Hospital General en Cuetzalan.
Hasta donde se sabe, no denunció –en su momento– el caso por vivir en una de las comunidades más marginadas de este municipio, por lo que no contaba con los recursos para poder costear un abogado en los viajes a la capital poblana para poder presentar su queja ante la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Puebla
Este caso podría convertirse en el segundo, ocurrió en 2017, que pone en tela de juicio el cumplimiento de la recomendación 54/2016 por violaciones a los derechos a la protección de la salud de una mujer y a la vida de su recién nacido, en el hospital general de Cuetzalan.
Mientras tanto, este viernes fue el último día del novenario al bebé de la menor de edad, indígena, a la que tardaron cuatro días en extraerle su bebé fallecido, en este mismo hospital. Sobre este caso, la menor ya planea llevar ante los tribunales judiciales y ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos su queja, lo que podría ocurrir en los próximos días.