Friday, 19 de April de 2024

O Paraíso

Por Rolando Ochoa Cáceres / /

panza identifi

I

Lo que se cree impensable o imposible puede sostenerse en una mirada. Porque es muy probable que las miradas nos hagan creer en las eternidades que a veces desacreditamos o hacemos a un lado. Porque es muy probable que con el mirar los universos colapsen y detengan todo tiempo o lo anulen.

Alejandra Pizarnik en Árbol de Diana escribió: “una mirada desde la alcantarilla/puede ser una visión del mundo/ la rebelión consiste en mirar una rosa/ hasta pulverizarse los ojos” y Pessoa escribió “mas de se nada ver quanto a alma sonha!/ De que me servem a verdade e a fe? (Pero el alma, de no ver, ¡cuánto sueña!/ ¿De qué me sirven, ay, verdad y fe?)

Pero ¿ lo que se mira no es sino una continuación de nuestros sueños, anhelos o nostalgias en esa mirada, en ese rostro?

II

Esa tarde ella escribía. Ella escribía dos mesas delante de la mía, También tenía los audífonos puestos y escribía. Al lado de su café (que siempre me pareció el más tibio del mundo) tenía un libro que no recuerdo. Pero ella escribía, probablemente era una fórmula o un poema o un cuento o sólo un nombre. Yo tenía a mi lado un café hirviendo y un libro que bien recuerdo: Noventa poemas últimos de Pessoa. En el café sonaba también un Drexler lejano, creo que era “Mi guitarra y vos” o “Todo se transforma”. Pero no llovía. Hacía un sol que le llegaba a ella apenas en su mano derecha que escribía. El sol también le daba el silencio. Y entonces levantó la mirada y nos vimos. Y Drexler dejó de sonar y ella dejó de escribir.

III

Si las miradas se suceden en el tiempo quiere decir que algo nos revelan. Pasa la fotografía. Se revela, creo yo, el instante y cuando pienso en instante pienso en que hay días en los que algunos momentos brillan inmortales. Pienso en esas explosiones astrales, en eso que está más allá de este mundo de tierra y de polvo. Entonces recuerdo la frase de Antonio Tabucchi en El tiempo envejece deprisa: “La vida está desfasada, pensaba, nada llega a su hora”. Nada llega a su hora porque el tiempo envejece deprisa. Por eso que las miradas, cuando se cruzan, se entregan al misterio de detenerlo todo, de rejuvenecer al alma que sueña con volver allá lejos. Como dijera Pessoa: “Ah, o mundo é quanto nos trazemos./ Existe tudo porque existo./ Há porque vemos./ E tudo é isto, tudo é isto. (Ah, el mundo es lo que a él traemos./ Existe todo porque existo. Hay porque vemos./ ¡Y hay mundo porque yo lo he visto!.

IV

¿Qué sucede con una mirada que altera todo aquello que desconoces, que reluce en ese instante, que se apodera y abruma y no enceguece? Bajé la mirada y poco a poco también sonaba el lejano Drexler. Bajé la mirada al poema que no leía porque no podía leer en ese momento. Tomé un poco de café. Me acomodé los lentes y regresé al libro, a las mismas líneas que había dejado antes de la mirada. Y nada. Movía mi pierna derecha con cierto nerviosismo. Entonces, como si dentro mío hubiera un mar inusitado, salieron a flote ciertas memorias, ciertos naufragios, ciertas vistas al horizonte de esa mirada. Y entonces, alcé la mirada y ella me miraba y me anclé en ese lugar, en ese horizonte incierto. Era ella también dando luz en ese puerto apenas conocido. La marea y la luna.

V

Mirar hacia arriba, hacia el cielo, hacia el universo, es un acto de melancolía. ¿Qué dejamos allá arriba? Pienso en la edad del universo y pienso que estoy en este momento del universo. En este instante. Y todo alrededor sucede tan rápido y allá arriba ¿qué es lo que sucede, bajo qué velocidades, qué reglas se constituyen donde no sabemos si existe el todo o la nada? Y hay miradas que nos revelan esas respuestas, como dijera Pizarnik: “no/ las palabras /no hacen el amor / hacen la ausencia”. ¿Qué es lo que olvidamos cuando estuvimos allá arriba? ¿Nos olvidamos del rostro de Dios y por eso una mirada puede devolvernos lo divino, lo absoluto, lo eterno y lo ausente?. Y Pessoa dice: Deus não tem unidade, / Como a terei eu? (Dios no tiene unidad. ¿Cómo la tendré yo).

VI

Y estuvimos así, jugando a mirarnos o hacer del instante un juego o el instante jugaba con nosotros desde nuestras miradas. También las comisuras. Y ella escribía a veces y yo leía a veces. Tomó sus cosas, las guardó en su bolsa. Se incorporó sin prisa. Y caminó hacia mí devolviéndome el tiempo y la gracia de su demora. Y Pessoa otra vez: Porque é que, para ser feliz, É precio não sabê-lo? (¿Por qué para ser feliz/ Hace falta no saberlo?). Y yo tenía todas las edades y ella era todos los mis ayeres.