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Los enemigos de Blanca Alcalá (El Pacto en Casa Puebla)

Por Selene Rios Andraca / /

Quizá ustedes queridos lectores recuerden que cuando inició esta campaña, pensé que estaría de hueva yque tendríamos a nuestros punteros lanzando puras indirectas intrascendentes durante sesenta días y que yo intentaría alejarme de cualquier situación electoral para no caer en el hoyo de la monotonía. Obvio, me equivoqué —eso de andar recreando escenarios político-electorales, no es mi fuerte, como ya se habrán dado cuenta— porque la campaña me trae azorada, con la boca abierta, los ojos rojos y las manitas sudadas. Les juro no esperaba tanto. Sin embargo, para desgracia suya —porque al final de cuentas ustedes me leen— también erré en otras cosas más importantes.  

Al final, uno tiene derecho a equivocarse. No se pueden enojar conmigo ni tirarme de loca cada semana, esto de la columna es como el abarrote a veces sale, a veces no. Pero el caso es que entre mis medicamentos y las horas corridas de la campaña, nomás no dejo de sudar desde la nuca hasta los piecitos por tanto y tanto: la lentitud y pereza de Abraham Quiroz; los tropiezos verbales y patrimoniales de Blanca Alcalá; la resistencia de Tony Gali para presentar su #3de3 y su animadversión a hablar con estudiantes; las escobas de Roxana Luna y los madrazos pitufiados de la Ana Tere contra el morenogalicismo.

Uf.

Veamos.

Cuando arrancó el proceso electoral y estaba el jaloneo en el interior del PRI entre Blanca Alcalá, Alberto Merino y Enrique Doger, juré por todos los santos que conozco que el candidato sería Enrique Doger. Dah.

Desde ahí debí darme cuenta que eso de las apuestas electorales no era lo mío. Pero como soy necia, seguí y seguí.Creí honestamente que el principal obstáculo de la campaña de Blanquita era su temor a encarar al gobernador Rafael Moreno Valle y a su principal contrincante, Tony Gali.

Hoy entiendo que ese era el menor de sus problemas. Blanca Alcalá llega a la séptima semana de la campaña, tal y como llegó a su arranque: sola.  

Veamos:

En plena precampaña, los equipos de Blanca Alcalá y de Tony Gali acordaron una campaña tersa, sin descalificaciones, sin excesos, sin críticas rudas, sin sal ni pimienta.Ambos bandos firmaron con sangre el acuerdo. El pacto se llevó a cabo en Casa Puebla. De parte de la priista estuvieron presentes, Jorge Estefan Chidiac y Édgar Chumacero. Del otro bando, estuvo Tony Gali junior y Eukid Castañón.

En la mesa dejaron claro que ambas partes harían lo propio para ganar el 5 de junio pero sin chingaderas. El acuerdo era que ninguno de los dos candidatos se desgastara o desprestigiara para llegar en una pieza al 2018. A ninguno le convenía comenzar la guerra, a riesgo de perderlo todo por la mini gubernatura.

Los alcalistas y galicistas estuvieron de acuerdo. Blanca y Tony felices, respectivamente.  

Horas más tarde. El escenario electoral viró. El pacto en Casa Puebla se fue al caño en un abrir y cerrar de ojos.

¿El culpable?

En plena sesión del Congreso de la Unión, Jorge Estefan Chidiac subió a tribuna a desmadrar el acuerdo con los morenovallistas, al despotricar contra el mandatario y la deuda oculta de más de 70 mil millones de pesos.  —Fue ese día en que el Juan Pablo Piña hizo el mega ridículo de su vida—.

Blanca Alcalá y Édgar Chumacero se enteraron del show de Jorge Estefan cuando recibieron la temible llamada de Casa Puebla. Ni la candidata ni su principal operador tenían idea de lo que acababa de pasar en la Cámara de Diputados.Trataron de deslindarse de Jorge Estefan, pero fue imposible, él mismo había sellado el acuerdo horas antes. En ese momento, la historia de Blanca como candidata se comenzó a tejer.

El escenario se descompuso para ambos candidatos. La guerra estaba por comenzar.

Cuando la candidata confrontó a Jorge Estefan Chidiac por sus declaraciones en la Cámara, este dijo que le valía madre, que tenía que subir a madrear a Moreno Valle porque los panistas estaban muy intensos contra Humberto Moreira.

En resumen: a Jorge Estefan, la candidata Blanca Alcalá le valió sombrilla.   

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Su segundo peor enemigo de Blanca Alcalá fue Alejandro Armenta. Desde que inició la carrera por la gubernatura, Ardilla Mier no ha hecho más que meterla en problemas con propios y ajenos.

El coordinador de la campaña salió con su bobada de #sinmembretes,después abrió fuego legal contra dos medios de comunicación Cambio y24 Horas (para restarle a la candidata en plena campaña); luego se arrepintió y pidió perdón; después fue a corretear a un pobre policía en las oficinas de Eukid Castañón; días después fue a empujar y a agredir a mujeres policías en Tecamachalco y la cereza en el pastel, el zafarrancho en el Congreso de la Unión de los despedidos.

En cada una de las acciones, Blanca Alcalá trató de deslindarse, al asegurar que ella no tenía nada qué ver con las decisiones que tomaba su coordinar de campaña y que no estaba de acuerdo con algunas cosas. Ah bueno.

En resumen: a Alejandro Armenta, la candidata Blanca Alcalá le valió sombrilla.

Ustedes se preguntarán por qué chingados Jorge Estafan Chidiac y Alejandro Armenta están más clavados en sus rollos que en la campaña de su amiga Blanca. Es bien simple la respuesta, el objetivo de ambos es el 2018. Blanca Alcalá les vale un comino. Su propósito es lucirse y venderse para el 18 para la Gubernatura o la Senaduría.

Y así como Jorge Estafan y Ardilla Mier, está Alberto Jiménez Merino, cuyo objetivo es afianzar la estructura marinista en el interior del estado para la burbuja del ex mandatario en el 2018.

Los intereses y las motivaciones de los más cercanos a Blanca Alcalá están en el 2018. La única interesada en la elección del 5 de junio es ella. Y Chuma. Y Karina. Y alguno que otro trasnochado.

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La posición de Blanca Alcalá hoy en las encuestas conocidas (13 puntos debajo de Gali. No entraré en discusión sobre el empate técnico o los 6 de diferencia porque nadie lo ha mostrado) no es sólo su culpa por no encarar los problemas de la campaña (su residencia de lujo, su edificio, sus 45 casitas) o por no confrontar a tiempo a Moreno Valle o a Tony Gali, la culpa también es de Jorge Estefan, de Alejandro Armenta, de Alberto Jiménez, de López Zavala, de Juan Carlos Lastiri porque a ninguno le importó su candidata. Ninguno veló por cuidarla o protegerla. Al contrario, operaron en su contra para dejarla expuesta, para restarle, para minarla.

Después de los desmadres que armaron en específico Jorge Estefan y Alejandro Armenta, querrán que el CEN del PRI los recompense, los reconozca por desgarrarse la piel por Blanca. Por eso, hace unas semanas Armenta Mier  exigió la renuncia de Juan Carlos Lastiri porque no abonaba a la campaña. Lo hizo para decir: él no y yo sí.

De una vez apuesto, no le aunque luego falle, que Armenta y Chidiac venderán muy caros, pero muy caros todos sus desgarriates campañeros, aún con la derrota a cuestas. (Que los compre el CEN, ya no apuesto nada)

Quizá el tercer enemigo de Blanca Alcalá sea su soberbia, pero ese ya es otro tema.

Queda. 

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