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Javier Arellano

Maxiproceso en la Corte; más allá de una acción electoral

Estamos ante un escenario inédito, algo jamás visto al interior de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). La filtración de una investigación contra Arturo Fernando Zaldívar Lelo de Larrea​​, expresidente del máximo tribunal, representa un sismo y un cisma de consecuencias aún impredecibles.

En primer lugar, se debe precisar que el procedimiento que se inició contra el jurista va más allá de una mera intención electoral.

El problema de algunos agentes de la prensa, es que consideran la acusación contra Zaldívar como un acto de campaña, un “round” más de la contienda. Como si fuera una acción que solo pretende impactar en la pugna partidista.

Esa lectura es un lamentable error.

En realidad, estamos ante la gran batalla del Poder Judicial para defender su investidura, esencia y dignidad como uno de los pilares de la República.

Los agravios contra sus miembros se cuentan por cientos y lo más grave, es la intención de maniatar al órgano superior a una reforma que representa un salvaje retroceso.

Al enfrentar a Zaldívar -el emisario del régimen-, la Corte inicia una lucha por impedir la reforma que pretende elegir a los ministros por voto popular; lo que representaría colocar la toga a sujetos como Rafael Acosta “Juanito”. Es decir, a cualquier correligionario con cierta afinidad y sentarlo en la sala superior de la Suprema Corte.

Un primer escarceo, fue imponer a Lenia Batres, quien adolece completamente del conocimiento y la estatura jurídica para ocupar un lugar en el tribunal.

Elegir a los ministros en una consulta abierta equivale a que el director del Centro Médico Nacional o los rectores de las universidades públicas sean electos por voto popular.

En unos años, cuando se revisen las crónicas de este sexenio, esas declaraciones serán vistas como parte de un espectáculo circense, un desplante que raya en el absurdo.

La investigación contra el exministro también es un aviso y un adelanto del proceso que se puede iniciar contra Yasmín Esquivel Mossa; en el momento que la UNAM emita su veredicto sobre la polémica tesis.

En los últimos años hemos escuchado una centena de denuestos contra ministros, magistrados y jueces, mientras se enaltece la efigie de Arturo Zaldívar. Hoy presenciamos un viraje de 180 grados en esa percepción.

Apenas estamos en los primeros momentos de la investigación. Llevar al banquillo de los acusados a un exministro y a todo su equipo va más allá de un mero litigio.

Lo que estamos presenciando se debe dimensionar en su justa proporción. Estamos ante un maxiproceso en el Poder Judicial.

Probablemente, el manto protector de López Obrador y Sheinbaum impida que Zaldívar termine en una prisión, pero gran parte de su equipo de operadores si tendrá graves problemas. Lo que veremos será la demolición del exministro y todo su tramado de intereses.

En unas semanas, cuando se conozcan mayores detalles del esquema de tráfico de influencias y corrupción, el jurista quedará acorralado y en calidad de impresentable.

Desde Palacio Nacional lo seguirán cobijando, pero ya no estará en condiciones de buscar una posición en el gobierno de Sheinbaum. Ni remotamente será el próximo titular de la Fiscalía General de la República o de la Consejería Jurídica de la Presidencia.

El esquema de acuerdos y componendas, así como la mecánica del tráfico de influencias serán revisados caso por caso.

Por eso apuntamos que no se trata de una acción con intereses electorales. El maxiproceso a Zaldívar y su camarilla se prolongará por años. El desgaste al que será sometido será un calvario que se prolongará más allá del relevo electoral.

La respuesta del jurista es como todas sus acciones; más cercana a un frívolo protagonismo que al rigor jurídico.  

Iniciar un procedimiento de juicio político contra la presidenta de la Corte Norma Lucía Piña Hernández solo representa atizar el fuego de la confrontación. La ministra nada tiene que perder; a largo plazo se trata de un recurso devaluado e improcedente, en tanto que Arturo Fernando enfrentará la devastación de su carrera.

La Corte que preside Norma Piña busca resarcir el daño moral causado a su investidura; impedir los agravios y denuestos al Poder Judicial y dar la gran batalla en contra de una reforma que representa un retroceso propio de república bananera.

Para Zaldívar esto apenas inicia. Su agonía personal, profesional y el de todo su equipo se prolongará en un largo proceso que abrirá la cloaca, incluso de la élite de Palacio Nacional.

Al tiempo.

Como siempre quedo a sus órdenes.

X @CupulaPuebla

cupula99@yahoo.com

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Javier Arellano

Javier Arellano es uno de los periodistas más reconocidos y experimentados en Tehuacán; en su columna Cúpula, detalla y desnuda a la elite tehuacanera, los líderes de la región y también analiza...