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El complejo del niño emperador

Por Betzabé Vancini / /

 

Tú, yo y el Ello...

Hace unos años observaba a una familia en un centro comercial. Eran los dos padres -mamá y  papá- y un niño de aproximadamente cinco o seis años que estaba sentado en una carriola. Sí, leyeron bien. El niño estaba montando una rabieta espectacular en la que los papás se llevaron dos cachetadas cada uno y varias patadas. Pensé: ¿Qué le pasa a este niño? ¿Es autista? ¿Tiene alguna discapacidad? ¿Hay algo de esta escena que no estoy comprendiendo? Al pasar los minutos lo vi todo: la cartilla estaba llena de juguetes y la razón por la que el niño iba ahí era porque se negaba a caminar. Escuché a los padres decirle en varias ocasiones "mi príncipe", "reysito" y "amor de mi vida". No está mal expresar afecto a los hijos con palabras o actos, al contrario, eso es lo que todo buen padre o madre harían pero hay momentos en los que es demasiado y el amor se transforma en una necesidad insana de los padres por satisfacer todos los caprichos de su hijo/a.

 

De ahí se deriva un trastorno de conducta en la infancia que conocemos como Complejo del emperador. Se refiere a que el niño/ la niña es absolutamente incapaz de recibir una respuesta negativa y no puede tolerar la frustración. Esto se produce cuando los padres acceden a satisfacer todas las exigencias de su pequeño sin importar lo absurdas o desproporcionadas que puedan ser. De esta manera, el hijo/a crece creyendo que lo merece todo. Frecuentemente, son niños/as que chantajean a sus padres, que los insultan y que llegan a violentarse físicamente con ellos en los berrinches. Son niños/as que tienen muchos problemas en adaptarse a la escuela y que en algunos casos se vuelven enfermizos con tal de obtener la atención y devoción de sus padres. 

 

Durante la edad adulta, al niño que fue "emperador" le cuesta mucho trabajo adaptarse a ambientes laborales o sociales. Siente que los otros no cubren sus expectativas y que la vida es frustrante. El adulto que fue niño emperador siente frecuentemente que la vida no es suficiente y que hay algo más que debería estar recibiendo del entorno. Esto lo lleva a estar malhumorado, a tener estallidos de ira con facilidad y a tener relaciones interpersonales inestables, a carecer de empatía y ser incapaz de mostrar compasión con otros.

 

No nos engañemos. Amar a un hijo/a no es darle todo. Es darle lo necesario para su sano desarrollo y esto implica a veces, ponerle límites para que ajuste sus expectativas a la realidad y esto lo haga capaz de adaptarse y aprenda a resolver problemas de forma creativa sin llegar a la violencia o a estallidos de frustración sin sentido. ¿Amas a tu hijo/a? Aprende a decirle que no. 

 

Después de todo, ejemplos de adultos que creen merecerlo todo tenemos muchos y ninguno es inspirador. ¿No crees que Duarte y su esposa pasaron por todo este proceso con sus afirmaciones de "merezco una vida abundante"? ¿Y qué tal Donald Trump y su capricho de iniciar la Tercera Guerra Mundial sin considerar las consecuencias que eso tendría para el mundo y su propia gente? 

 

¿Ves? No es nada bonito. Necesitamos padres que hagan la enorme tarea de enseñarles a sus hijos a ser conscientes del otro y aterrizados en la realidad. 

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