Saturday, 20 de April de 2024

Unas croquetas para Nancy…

Por E. Sarah Goza / /

 

Que Perra

Me declaro una Pug de Izquierda. Yo no soy una perra clasista. 

No. Lo juro por las perlas que llevo en mi collar y por mi correa de Swarovski.

Eso de tener pedigree a una no la vuelve inmediatamente perfecta. En mi perruno caso casi ocurre, pero no. 

Siento decepcionarlos mis perracos lectores.

Yo sí creo en eso de que hasta en las perras hay razas…

Y niveles de inteligencia e ideología. 

Unas tienden a subir, como yo. Y otras gatas, suben a tender. 

El caso más reciente me lo topé ahora que andaba por el Centro Histórico. Ya saben, paseando con mis humanos que sí son de buena cuna y de dinero viejo. 

Andábamos muy culturales, porque aunque no lo crean, esta perruna belleza también se cultiva. 

Y guau, cuando pasábamos por una casa a la que le faltaba un poquito de arreglo me di cuenta, qué oso, de que la casona no necesitaba pintura ni cemento. Así era balaceada natural. Mis humanos me dijeron que era la Casa de los Hermanos Serdán.

Y pues nos metimos porque vimos harta gente. Alguna croqueta nos iba a tocar seguramente, porque vimos vino y canapés. Y resulta que estaba toda la intelectualidad de izquierda ahí reunida. Así como lo leen. Los perros de izquierda estaban en pleno. 

La verdad pensé que nomás iban por gorrear las croquetas porque eso de ser de izquierda quién sabe si deje. Pero para mi sorpresa estaba acabando la presentación del libro de Bety Gutiérrez Müller, que es nada más y nada menos que la esposa del Peje, ese mero… Cómo se llama… López Obrador. Ese señor con pelito de Alaska Malamute platinado. 

La primera dama en resistencia, o bueno, la primera dama legítima o como sea que fuere el cargo que le tocaba mientras el marido anduvo de revoltoso ahí andaba firmando libros. La verdad ni puse atención de qué era el libro ese porque ni modo que nos vean leyendo casas de Marx y Mao a  las perritas de alta sociedad.

En fin. Ya entrados en el evento pues noté que la Bety Gutiérrez Müller era a todo dar. Nada diva, súper sencilla, cara lavada, labial discreto, arete coqueto, guapetona… Eso sí. El tal Peje no es nada bruto. 

En fin, de repente vimos una jauría de dobermans por ahí. Eran los perros escolta de Nancy de la Sierra… Sí, esa señora mejor conocida como la #LadyTeziutlán porque odia su código postal. Uno qué culpa de que a ella no le gustó dónde nación. 

Pues como bien sabe todo mundo, doña Nancy es esposa de un perro pesado… El JJ. 

Y anda con todo olfateando lo que huela al MORENA. Así que llegó bien puesta a media presentación del libro de doña Bety nomás para salir en la foto. Eso sí, el marido le llegó a su fotógrafo y hasta a su reportero. O sea, eso no fue un encuentro natural.

Nancy iba para la foto. Pero qué corriente. Qué advenediza. Qué mala pata. Grrr.

Cuando vi que corrió con ella a sacarse la foto a mi Bety no le quedó de otra que abrazarla y sacarse la foto con ella porque Nancy estaba jode y jode. 

Claro, Nancy se nos anda colgando de mi Bety adorada porque fueron reporteras casi al mismo tiempo. Claro, a mi Bety siempre le giró la ardilla y publicó en La Jornada, El Universal y estaba en la radio con Sergio Mastretta. Guaaaaau.

Y Nancy pues… Cubría sociales. Como cualquier Poodle vendido en Analco. Y eso lo sabemos bien las perritas de Jet Set. 

Esta señora iba nomás a anotar nombres para los pies de foto. Lo más brillante que pudo hacer fue salir en Televisa contando chismes del espectáculo y de ahí se colgó a la polaca donde ha brillado nomás por su cara bonita. 

En fin, perracos. No pude más con esa hipocresía. Casi la muerdo. 

Les dije a mis humanos que me retiraran de la Casa de los Hermanos Serdán antes de que se me fuera el hocico de lado por un coraje. 

Lo único que deja a mi perruno corazón descansar es que la Bety nomás es amable, porque en corto la tal Nancy le cae peor que purga. Alguien tírele ya unas croquetas para que se sienta querida en MORENA, donde ni a su marido quieren. 

Por eso, ya los saben perritos míos.  No anden de perritos falderos a donde no los llaman.  No vayan a donde no les ladren. 

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