Friday, 19 de April de 2024

Somos lo que amamos

Por Rolando Ochoa Cáceres / /

panza identifi

Es muy probable que en muchas partes del mundo, imaginemos un aeropuerto, dos personas entrecruzan miradas, sienten esas mariposas en el estómago pero deciden dejar de verse, no buscarse, no saberse y deciden partir hacia distintos lados. Es muy probable que en muchas partes del mundo, imaginemos un hogar común, alguien prefiere renunciar a sus sueños y decide aceptar el trabajo de oficinista de tiempo completo. Es muy probable que en muchas partes del mundo, imaginemos a alguien que desea ser escritor o escritora, borra sus archivos, sus cuentos, sus principios de novela.

Ahora imaginemos a esas personas que entrecruzaron sus miradas y que sintieron el infinito pero que no decidieron acercarse. Ahora ambas viajan sin saber la historia de ambos, muy probablemente, la mejor de sus vidas. Imaginemos que esa persona que renunció a sus sueños por preferir el trabajo de oficinista, era, en realidad, el primer astronauta de su país. Imaginemos a ese escritor o escritora que ya no tiene ni sus cuentos, ni sus poemas, ni sus principios de novela y que, en realidad, esa última que borró iba a ser la más leída en todo el continente en el siguiente año. Ahora, imaginemos que podríamos ser nosotros en esas situaciones o en otras muy similares. Observa tu alrededor y surge la pregunta ¿estás viviendo lo que siempre has deseado o soñado?

Pablo Arribas menciona en su libro “El universo de lo sencillo” que, “de todos los miedos que existen, el más paradójico es temer la felicidad” y también aclara que “Si bien en la adversidad nos sentimos más desdichados, en la dicha nos sentimos más vulnerables”. ¿Por qué sucede esto? Porque tememos perder la felicidad.

Parece ser que nosotros mismos nos damos la espalda. Ejemplos son varios, cuando queremos algo pero justificamos no hacer nada para obtenerlo. Cuando el amor debe ser una totalidad, se nos ha dicho hasta el cansancio que no debemos darlo todo, que debemos resistirnos a darnos por completo.  Arribas dice algo sumamente grandioso: “Antes, cuando conocías a una persona que te gustaba, el miedo era a terminar, pero te arriesgabas; ahora, aunque encuentres a una persona que te encanta, el miedo es a empezar. Hemos pasado del miedo a la independencia al miedo a la dependencia. Del miedo a estar solos al miedo a vivir acompañados. Del miedo a morir al miedo a vivir”. ¿No es perturbador eso, el miedo a vivir? Mucho, según Arribas, tiene que ver con la libertad, pero la libertad que conlleva un compromiso, no todo lo contrario.  Para muchos, el compromiso puede resultar en prisión imaginaria. Estar de un sólo lado. Un sólo camino. En mucho tiene razón Arribas al decir que “Comprometerse no significa hacer un pacto irrevocable con el futuro, sino dar lo mejor de nosotros en cada presente […] La única opción posible es entregarse hoy tras hoy”.

El punto de la entrega es la acción y nada podemos hacer si no actuamos. Es muy probable que nuestros miedos nos rebasen y eso puede ser sumamente normal. Pasa que la mente tiene muchos trucos, los pensamientos pasan demasiado rápido y sí, mucho de lo que pensamos es más ansiedad que realidad, de ahí que nos detenemos. La ansiedad y el miedo hacen el juego de congelarnos, de dejarnos estáticos. Una solución está en actuar, en generar movimiento para descongelar. Breves pasos conllevan una gran fuerza y así, al implicarnos en nuestro andar es muy probable que lleguemos al lugar que deseamos. Mucho de lo que solemos perdernos en vida, en mi experiencia, es más por miedo y ansiedad que por realidad. Tememos al rechazo, tememos a aquello que puede herirnos pero ¿y si en realidad no pasa nada o pasa todo al intentarlo?

A veces creo que somos sumamente injustos con la vida. Si bien merecemos todo tampoco quiere decir que veamos la vida como una necesidad. La vida nos ofrece regalos que, tristemente, vemos como nada o como meras obligaciones divinas. Así, las oportunidades se nos ofrecen, para ser mejores, para aprender a llorar, para aprender a ser agradecidos, también para aprender a enojarnos, también para aprender a amar, también para aprender el desamor, también para aprender a poseer, también para desposeer pero solemos hacer todo lo contrario. Cada momento tiende a hacernos más grandes en la medida en la que nosotros sepamos apreciar el significado de ese momento. Es muy válido aspirar a cosas grandes, a trascender, a romper paradigmas y saltar límites. No se trata de ser ambicioso y poseer. No. Se trata de vivir porque entre más alto se llega es muy probable que se sea también más generoso, más humilde, también, más valiente.

En algún momento escuché o leí que la gente tiene envidia de otros no por lo que logran otros sino por lo que el envidioso no logra porque nunca se le dio la gana intentarlo… más bien estuvo a la espera. ¡Cuántas veces no escuchamos eso de que, “claro, porque él o ella siempre la ha tenido fácil, porque tiene contactos, porque tiene dinero, porque sus papás están el medio, porque la vida todo le da” o el mejor “porque tiene suerte”.  Y aquí podría aparecer un largo listado de personas que desde pequeños estuvieron en desdicha y ahora son sumamente exitosos. ¿Cuál es la diferencia entre unos y otros? Fe, sueños, pasión, amor, compromiso y acción. Si crees en algo que sueñas con todo tu amor te comprometerás a hacer todo lo posible por alcanzar eso que deseas. ¿Fe en qué o en quién? En uno mismo. ¿Sueños de quién? De uno mismo. ¿Pasión de quién? De uno mismo ¿Amor desde dónde? Desde uno mismo. ¿Compromiso a quién? A uno mismo. ¿Y la acción hacia dónde? Hacia todo el infinito.

Esforzarse es ese enorme paso. Si quieres dedicarte a la escritura, escribe. Si te gusta mucho esa persona, acércate. Si quieres llegar a la luna, estudia y desvélate en el infinito de la ciencia. Si quieres cantar, canta. La cuestión no es el resultado, puede que al escritor no le publiquen sus versos pero ya escribe y seguramente disfruta el acto de la escritura, probablemente eso le salve la vida. Si esa persona te rechaza, no importa, te acercaste y puedes celebrar tu valentía, la valentía que esa persona querrá en alguien. Si no llegas a la luna es muy probable que sepas más del espacio que nadie más, es muy probable que no llegues a esa luna sino a miles más. Si cantas horrible es muy probable que salgas de tu casa para ir a trabajar más feliz que otros porque cantar aliviana todo, como dijera Arribas: “El único motivo para quien no compra lotería es pensar -a mí no me va a tocar-. Y efectivamente, no le toca.” Habrá seguramente personas a las que no les agrade. Habrá quienes intenten detenerte, quienes perturben tu camino, quienes se den a la tarea de hacerte dudar. Nada puede ser más fuerte que tú mismo. Nada puede ser más fuerte que tus sueños, que tus deseos. Nada puede ser más fuerte que tu voluntad, que tu actuar.

Uno piensa en esos momentos de película, el renunciar a todo nos encamina a nuestro sueño. Es probable que así sea pero las circunstancias del mundo son distintas. Trabajar es un privilegio, trabajar nos brinda la oportunidad de estar con otros, de probarnos, de mostrar esas otras capacidades, de desarrollar muchas más, también nos da disciplina, también nos permite pensar en otras cosas y también nos da dinero. Sin embargo, estoy de acuerdo en que trabajar es esa parte del todo. Si no estás trabajando en lo que siempre soñaste eso no implica que nunca vayas a conseguirlo. Cito a Arribas, nuevamente: “Si trabajas ocho horas en una pizzería y al terminar te pones a pintar, no eres pizzero, eres pintor. Eres lo que amas, no lo que te da dinero”. Dedicarnos a eso que nos enamora, que nos apasiona nos permitirá abrir otras puertas encaminadas a nuestros sueños.  Dice Arribas que cuando descubres eso que te apasiona la pregunta no es si eres capaz, sino si amas lo suficiente eso que te apasiona como para entregarte totalmente a ello.  Si no se hace entonces no es falta de recurso, ni que Dios está enojado contigo, ni que el mundo está en tu contra, ni que la vida es cruel, no. En realidad a eso se le llama conformismo.

Así que vale la pena ser valientes, vale la pena vivir y vale la pena luchar contra los miedos que nosotros nos hemos creado. Entre muchas, hay una frase de Arribas que me gusta en demasía y creo que aplica en todo: “Las buenas parejas no se encuentran, se construyen”. También, los buenos sueños no se encuentran, se construyen.

Qué lindo saber que sólo para empezar a vivir necesitamos empezar a atrevernos a vivir.  Y cierro con otra cita encantadora de Arribas: “Estimado lector, no hemos venido aquí a ser felices ni a no ser felices. Aquí hemos venido a vivir. Vive de forma que te duela marcharte”.

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