Arrepentidos por haberse ido a Morena y los ciudadanos hasta la madre

No es solo si el sistema mexicano es corrupto ni si los órganos electorales sirven a los poderosos.

Somos los ciudadanos que NO queremos salir a votar y son los partidos y sus candidatos que NO convencen.

Esa es una de las lecciones que ha dejado la elección del Estado de México.

No ganó Alfredo del Mazo porque fue el mejor candidato ni perdió Delfina Gómez porque se enfrentó a una elección de Estado.

Los resultados son gracias a la apatía de los electores, poco más del 50 por ciento salió a votar y le entregaron así a los partidos una competencia por la mejor estructura electoral.

No es novedad, es la misma historia de siempre.

Gana el abstencionismo, pierden los ciudadanos y ganan los políticos poderosos.         

En Puebla, Alejandro Armenta Mier, José Juan Espinosa y Luis Miguel Barbosa dejaron sus partidos estruendosamente y se fueron a Morena, seguros de que será gobierno en 2018.

El primer experimento fue la elección del Estado de México.

Estos políticos, que no buscan ideología ni causas sino poder, deben estar arrepentidos de haber abandonado el PRI que parecía hundirse y que hoy encontró un salvavidas.

No porque Morena haya dejado de ser una opción, sigue siendo el mejor posicionado a la Presidencia, sino porque ya vimos que “con convencidos” no se gana.

Como se pudo ver en los resultados de la elección de hoy, tampoco es que los mexicanos estén volcados por la marca.

Pero aunque muchos lo estuvieran, no salen a votar, tienen las credenciales vencidas o carecen de tiempo.

La elección se gana con dinero y operadores, estoy segura que el PRI y el PAN están incluso dispuestos a unirse con tal de impedir la llegada de Andrés Manuel López Obrador a Los Pinos.

¡No importa a cuántos convenza AMLO!