Thursday, 28 de March de 2024

Moreno Valle, su despedida desde el monopolio del poder

Por Edmundo Velázquez / /

 

Cuenta hasta diez

Para tener una despedida honrosa, Moreno Valle refundó una ciudad. Modernizó un pueblo.

A la gente de San José Chiapa la bajaron de su origen rural y la montaron en un forzado progreso.

Moreno Valle presumió haberlas bajado del burro y montarlas en la producción de la Q5.

Históricamente, la población era conocida por encontrarse asentada en un gran pantano.

Fue el paso de los viajeros que provenían de Veracruz a Puebla y de regreso.

Lo más conocido de la zona eran las tortas de “La Loba”, que entre sus trofeos exhibían un retrato firmado por Porfirio Díaz como muestra de la antigüedad del negocio.

Esas tierras que antes fueron un abrevadero de vacas hoy son el cimiento para lo que aún es una fabulosa promesa: el progreso.

El 4 de mayo de 2013 se colocó en San José Chiapa la primera piedra de la planta de autos de Audi, que fue inaugurada el 30 de septiembre de 2016.

Después vino la primera etapa de esta Ciudad Modelo.

Prometer progreso no empobrece. Todo lo contrario, le resultó al el gobernador y ahora esa promesa es su catapulta a la candidatura a la Presidencia de la República.

Moreno Valle jugó a ganar. Y se comió casi a todas las fichas.

Si no es que a todas.

¿Recuerdan ese juego del Monopoly?

Donde ganabas cuanto más acaparabas. Donde todas las propiedades del tablero debían de ser tuyas.

Puebla tuvo un gran ganador de este juego el último sexenio.  

Por eso quizá la Ciudad Modelo en San José Chiapa lució como  un gran tablero.

El trazo cuadrado,  frío,  vacío, gritaba para que esos llanos se colmaran de gente.

El tablero ya tuvo sus primeras fichas danzando.

Hasta el sábado las fichas seguían moviéndose.

La Ciudad Modelo fue un hormiguero de trabajadores pintando hasta la última pared o tapando con lonas las obras aún en construcción.

Todo debió estar listo para la despedida del gran jugador de este tablero.

El único y verdadero ganador de este monopolio del poder.

La Ciudad Modelo es eso. Un modelo. Frío y sin alma. Los departamentos recuerdan a un Infonavit, hay un Centro de Convenciones para 3 mil personas donde rara vez llegarán a ir tantas. Un hotel de franquicia que probablemente sea impagable para la mayoría de los habitantes de San José Chiapa.

No podían faltar un hospital con mosaicos a su estilo, y claro: ¡Un CIS! ¡Faltaba más!

Parece que el gobernador Rafael Moreno Valle jugó Monopoly con la Ciudad Modelo en San José Chiapa.

O más bien, jugó Monopoly con todo el estado.

Jugó al monopolio del poder.

Y se quedó con todo.

En su despedida, el gobernador es otro.

Por fin en el discurso es contundente y agresivo.

No le temió a nada en su mensaje final dirigido a los poblanos seleccionados para asistir. No se mordió la lengua al criticar al recién electo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Incluso aseguró que México necesita un líder que lo cuide de esta amenaza de tupé rubio y piel naranja.

También dirigió sus torpedos al fantasma del Populismo.

De la manera más rebuscada posible le echó tierra al fuerte y obvio contrincante.

Sin nombrar a Andrés Manuel López Obrador, adelantó que su cruzada no solo sería defender a México de los terrores externos.

También se lavó las manos de la plaga del sexenio: el robo de hidrocarburo.

Hábilmente aseguró que al ser un delito federal, poco se pudo hacer para enfrentar a los huachicoleros en Puebla.

Moreno Valle olvidó en el discurso que el robo de hidrocarburo floreció en su administración y que se va del cargo sin aclarar las condiciones en las que renunció Facundo Rosas Rosas, el ex secretario de Seguridad Pública que fue acusado de estar ligado a la magia del huachicol.

Pero eso se le olvida a cualquiera cuando le gritan frente a 3 mil personas y 17 gobernadores “¡Rafa presidente!”. Así como puede uno estar de mal humor.

A unos metros de la Ciudad Modelo, en el Centro Escolar de San José Chiapa, se sirvió el festín para los invitados.

Un festín que cualquier familia de Chiapa jamás probará:

Terrina de foie gras con compota de jamaica, vainilla de Papantla e higos caramelizados, de entrada; ravioles de ricotta con espinaca al champagne, de segundo plato; como plato fuerte  pato con mole poblano, soufflé de elote y una barquita de nopal. De postre una torta tibia de dulce de leche con helado de plátano.

Un besamanos ocurrió cuando Moreno Valle llegó a la comida.

Y no, no fue para él. Él seguía en la feria de las selfies cuando Tony Gali atendía las huestes.

Aún así, el gobernador tuvo sus propias salutaciones antes de comer. Después bromeó a carcajadas en la mesa compartida con el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, el senador Javier Lozano Alarcón, y Martha Erika Alonso, su esposa

Carmina Burana sonó de fondo con un coro y música en vivo. Quedó tan bien para esa escena, la de los poderosos repartiéndose el poder.

Moreno Valle cambió el desempance y el café por más fotos con sus huestes.

Despidió él mismo a sus invitados, y para eso utilizó uno de los pórticos del reluciente Centro Escolar.

Y lo hizo con una sonrisa.

Con la cara de aquél que sabe que él reparte la baraja.

La cara del que tiene el tablero en sus manos.

El que se hizo del monopolio del poder.