La vía corta a Santa Ana, perteneciente a la carretera Tlaxcala – Puebla, se ha convertido en un nuevo escenario de prostitución.
A lo largo de los 18 kilómetros que componen el tramo, se pueden observar a mujeres de diversas edades ofreciendo sus servicios a los transeúntes.
En los municipios por los que atraviesa el tramo es común el uso de lugares semiocultos, además de hoteles y moteles donde no hay restricciones, medidas de seguridad ni de salud para ejercer la prostitución; en este tipo de lugares la venta clandestina de bebidas alcohólicas es algo común. También es habitual toparse con centros botaneros.
De acuerdo a la investigación realizada por el diario Política Puebla, las mujeres no son controladas por “padrotes” o por alguna otra organización delictiva; afirman que entre ellas se agrupan para defenderse ante abusos de personas que las contratan.
El corredor Puebla-Tlaxcala ha reportado un gran número de casos de trata de personas, ante estas acciones y ante la creciente imagen mediática del estado a nivel internacional, se han implementados múltiples operativos en los que han participado la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), elementos de la Secretaria de Seguridad Pública del Estado (SSPE), agentes ministeriales federales y agentes de Procuraduría General de la Republica (PGR), así como personal de la Comisión Estatal para la Protección contra Riesgos Sanitarios de Tlaxcala (COEPRIST) y la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH).
Esto ha conllevado a que variedad de tratantes de personas emigren a otros lugares en busca de asentar sus negocios y, por supuesto, de más dinero.