Thursday, 25 de April de 2024

Engañado cruel, vilmente y sin dinero

Por Yonadab Cabrera / /

Así son los reporteros de cielo, mar y tierra, o bueno, eso nos dice siempre mi dulce y pachoncito amigo Arturo Rueda.

Es la fecha en que me lo sigue repitiendo: “Para los reporteros no hay descanso, no hay días libres, no hay vacaciones. Un reportero tiene que estar disponible a todas horas, todo el tiempo y aunque no duerma o coma, solo debe pensar en la gloria”, siempre lo dice tan convencido, tan elocuente que sus palabras suenan al más bonito de los poemas, su acento es de un verdadero declamador que hasta le gana a Paco Stanley Q.E.D.

Todo por la gloria del reportero, todo por la nota de 8. Siempre a cada instante resonaban esas palabras en mi cabeza como disco rayado  ̶ La nota de 8, la nota de 8, la nota de 8, la nota de8̶  era en lo único que pensaba, no me importaba nada más. Cuando platicaba con mis amigos de pronto repetía en voz alta las mismas palabras, con la mirada desorbitada, ansioso y loco.

Hasta que……

Por aquellos años en que Felipe Calderón intensificó su idea de privatizar PEMEX, comenzaron a salir publicaciones de la Comisión Nacional de Hidrocarburos en las que se aseguraba que ya no había suficiente crudo, hidrocarburos, infraestructura para la explotación de los yacimientos, etc, etc, etc, solo para justificar la descabellada intención.

Los reportes y estudios incluían a los municipios poblanos que se ubican en la zona de Chicontepec. Información de uno y otro lado salía, por supuesto que Cambio no se quedaría atrás, necesitábamos la exclusiva de lo que ocurría, necesitábamos publicar qué estaba pasando en esos municipios, cuál era su destino, o al menos eso creía.

A través de una videollamada, un jueves Rueda gritó:

̶Yonadaaaaaaaab, mañana te vas a Chicontepec y quiero el reportaje para el domingo, lo quiero todo. Olvídate de llegar a la redacción si no lo traes. Quiero el reportaje más chingón que nunca antes haya escrito sobre PEMEX y el petróleo. No me importa lo que tengas qué hacer, lo quiero para el domingo y punto.

̶Ok doctor, pero no seas malito, dame para los viáticos̶  respondí con una gran ilusión, era el reportaje que estaba esperando para que mi carrera despegara, solo pensaba en que me contratarían en El País, el New York Times, o algún diario internacional. Los ojos me brillaban, era mi momento, lo sabía.

̶ Mañana antes de irte pasa con Agustín, el administrador, yo hablo con él para que te dé dinero.

Esa noche no pude dormir, estaba tan emocionado que solo pensaba en mi nuevo trabajo en El País, en mi Pulitzer, en mis glorias como reportero, en mi gran investigación, en los libros que publicaría sobre ella, en las conferencias que daría posteriormente y en la fama que me daría ese reportaje.

Al día siguiente llegué a Cambio a las 12 horas, esperé unos 40 minutos al administrador y mientras llegaba, yo leía sobre PEMEX, sobre Chicontepec, la extracción de petróleo, el precio del crudo, la región, las finanzas petroleras, ya saben, todo lo que me pudiera servir para hacer una gran investigación.

̶¿Qué? Solo 500 pesos. Eso no me alcanzará ni para el pasaje. Cómo haré mi gran investigación, cómo me va a contratar El País o el New York Times si solo llevo 500 pesos, eso ni para ir y regresar a Tlaxcala que está más cerca̶  le explicaba al administrador al mismo tiempo en que mis sueños se desmoronaban, mi mirada se cristalizaba y mis ilusiones se desvanecían.

̶Es lo único que me autorizó Ruda. Si quieres más habla con él.

Y en efecto, hablé con él pero mis esfuerzos y argumentos fueron en vano.

̶ ¡No mames! Cómo que no te va a alcanzar si vas a la Sierra Norte, no a Monterrey o Guadalajara. No te daré ni un peso más, con eso es suficiente, además tu eres de por allá así que sabrás como subsistir. Te puedes hacer una choza de ramas de árboles, puedes cazar animales como conejos, bañarte en el río si siempre andas presumiendo que hay muchos, y comer frutas silvestres. Todo lo tienes resuelto.

Ya no quise discutir, le llamé a Selene Ríos y ella como siempre en pro del periodismo y mi bienestar me dio mil pesos más. En total viajé con mil 500, fueron 400 del transporte ida y vuelta, otros 700 del hospedaje de un día, e iba 3.

Primer día

El clima para variar estaba horrible, llovía a cantaros, los pozos estaban a kilómetros de Venustiano Carranza y uno del otro, así que sin dinero tuve que caminar como nunca antes en mi vida; bajo la lluvia y con el temor de que un rayo me partiera en dos.

Me comí los sándwiches que me hizo mi mamá para ahorrar un poco de dinero, pero el gasto fuerte me lo llevé en el hospedaje  ̶Ni hablar, mañana dormiré en la terminal, pero al menos hoy sí duermo calientito, cómodo y bañadito̶  me daba ánimos yo solito.

Segundo día

Dejé muy temprano la habitación porque no me daría tiempo de seguir buscando ese gran reportaje que me lanzaría al estrellato. Por horas caminé a través de los llanos y las lomas cargando mi mochila de 15 kilos, con el sol cayendo como plomo sobre mí y apenas tomando sorbos de agua de río o manantial.

Ya estaba muy cansado, al borde del desmayo. Nuevamente el cielo se empezaba a poner negro con la amenaza de una fuerte tormenta, otra vez, no había lugar para refugiarme; los árboles no eran muy seguros. De pronto vi pasar un taxi, sí, un taxi en medio del monte y la nada. Claro que le hice la parada, me llevó al pueblo y me cobró 200 pesos, los últimos 200 pesos para comidas.

̶ Ratero desgraciado, si cobraban 30 pesos̶  estaba a punto de llorar, me sentía solo y desesperado. Me senté en las canchas de basquetbol esperando un milagro. Y sí, como Ben- hur una voz me habló y me tendió la mano.

̶ ¿Yon eres tú?

Levanté la mirada y ahí estaba caída del cielo, con el aura de los mismísimos ángeles, con esa luz resplandeciente de María de Todos los Ángeles, era doña Zeferina una amiga de mi abuelito. Me llevó a su casa, me dio de comer y me puso agua caliente para que me bañara.

Aunque al día siguiente ella se tenía que ir muy temprano.

Tercer día

Bendito Dios, el último día que estuve en Venustiano Carranza también recibí ayuda de un buen samaritano. Un regidor que posteriormente se convertiría en un gran amigo, me tendió la mano. Preguntando en el pueblo por alguien que supiera sobre los pozos fue que di con él. Muy amable me invitó a desayunar y a comer.

Y así fue como viví de la caridad de la gente por tres días. Sin dinero y solo con la esperanza de llegar a El País o al New York Times.

El domingo por la tarde llegué a Cambio, Rueda revisó mi reportaje y solo dijo.

̶Muy bien, te felicito.

Pero jamás se publicó, no comprendía su negativa de publicarlo.

EL SET

Pasaron los meses y un viernes por la mañana me llamó por teléfono.

̶ Necesito que instales el set de Cambio tv y me citas a todos a la 1 pm, vamos a tener una grabación.

Yo desperté en chinga, tenía semanas que no usábamos el set y lo había desmantelado por completo. Los back estaban desarmados, no había ambientación, luces ni nada.

̶ ¡No mameeeeeees! Quién irá a grabar ¿Otra vez Bartlett? ¿Marín? ¿Calderón? ¿Quiéeeeeeeen?

Enloquecí, casi me hago del baño de los nervios y el estrés, como pude me vestí, ya no desayuné, salí corriendo mientras localizaba a todos. Llegué a Cambio, los back no se podían armar, recorrí todas las imprentas, todos los locales de canceles de aluminio, acudí a todos los diseñadores gráficos, no había manera de hacer una mampara para ese día.

Se me ocurrió montar un set virtual: acudí a todas las tiendas de tela hasta encontrar la indicada para proyectar el set, le llamé a mi sexy amigo Silver para que me rentara por 5 mil pesos todos su equipo de iluminación, fui por él hasta Los Fuertes, le hablé al carpintero para que colocara la tela verde, hice las pruebas de luz, del set y se me olvidó comer. Después de 5 horas llegó Rueda.

̶ ¡No mames! ¿Qué estás loco? ¿Para qué tanta producción y set? Solo quería algo sencillo para recrear un noticiario de los 60´s, uno de los 70’s y uno de los 80´s.

****

Lo que nunca me dijo Rueda o tardó semanas en decirme, es que aquel reportaje por el que caminé horas, por el que casi duermo en la calle y no como, aquel reportaje por el que me mandó sin dinero a un lugar muy muy lejano y desconocido, aquel reportaje por el que casi me parte un rayo y me enfermó de influenza AH1N1, por el que esperaba que me contrataran en El País o el New York Times y aquella recreación de un noticiario por la que no desayuné, no comí y solo me estresé, eran sus PINCHES tareas de su PINCHE maestría de PERIODISMO en el CIDE.

Síiiiii, como lo leen, eran solo tareas  para una clase de una maestríiiiaaaaaaa. Ni El País, ni el New York Times, ni siquiera el CIDE porque no compartió su título conmigo, solo eran tareas. Fui engañado cruel y vilmente. Pasé hambre, frío; arriesgué mi vida, casi me cae un rayo y tooodo por una tareaaaaaaaaaa.

Moraleja: Nunca te ilusiones de más.

¡Claro, chinguen al guapo!

 

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