La manera en cómo son destinados los recursos por parte del gobierno ha sido históricamente uno de los puntos más delicados en la relación Estado (visto como instancia de administración pública) y sociedad (generador de dichos recursos).
Los diversos ejercicios de propaganda estatista para mantener el sistema en la actualidad, gozan de muy mala popularidad por su falta de eficacia y por supuesto, por el alto costo de los mismos.
Por una parte, el gasto realizado para desarrollar un proceso electoral es cada vez más censurado por los mexicanos quienes hemos conseguido mediante condenas y movilización de la opinión pública, que tanto los tiempos e inversión destinados para este proceso sea cada vez menor y mucho más supervisado.
Otro de los procesos que quizás por su corta duración navega en esta línea de la urgente censura tiene que ver con el costo de inversión en propaganda para difundir un informe de gobierno.
Cada año, la contratación de espacios publicitarios o en el caso del "accesorio" que comparto en la portada de esta columna, representan una inversión cuya prioridad es cuestionable.
¿Es necesaria una campaña para informarnos de los avances y logros de un gobierno? Podemos analizar el caso por ambas caras de la moneda, quizás desde el punto de vista del Estado, la estrategia justificada para mantener la confianza y la transparencia ante los ciudadanos pero por otra, mostrar tan solo una parte, la bonita, de la realidad que vivimos a diario es irreal.
En un informe de gobierno se habla de los logros pero poco de los retos, de los fracasos (que en todo proceso son válidos), de los temas pendientes, esa es la mejor manera de dar la cara ante los ciudadanos, no con imágenes maquilladas que a pesar de que puedan respaldarse de datos verídicos, lo cierto es que la inversión sigue siendo muy alta para el efecto real que alcanzan.
Un gobierno debe crear un programa de comunicación de 365 días, convencer a sus ciudadanos con las acciones emprendidas a diario, mantener una cercanía que rebase los tiempos electorales y de informes y que mantenga un contacto a diario.
Realizar una inversión como la que actualmente vemos en distintos medios, vs. A la negativa para otorgar financiamientos, realizar obras argumentando falta de presupuesto es algo irónico.
Se detienen programas de desarrollo pero si hay presupuesto para espectaculares de "Sí cumplimos" y más como último argumento, cuando la economía mexicana se encuentra tan delicada, ni siquiera en ello hay una muestra de solidaridad, recortando gastos que al final terminan siendo innecesarios y que más bien parecieran una inversión para alimentar el ego de muchos funcionarios.
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